EL DEBATE DEL PARLAMENT

Turull olvida la república en una investidura fallida de antemano

Jordi Turull interviene en el pleno de investidura

Jordi Turull interviene en el pleno de investidura / FERRAN NADEU

Daniel G. Sastre

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Jordi Turull ha descorchado el debate de investidura sabiendo que no saldría del Parlament siendo presidente de la Generalitat, y eso ha condicionado sin duda su discurso. Como la CUP ya había dicho que no iba a darle sus votos, el aspirante de Junts per Catalunya -el primero que llega a dirigirse al hemiciclo, tras las renuncias de Carles Puigdemont y Jordi Sànchez- no ha hecho ninguna alusión a la república, ni ha echado mano de ningún cebo que pudiera atraer a los antisistema.

Durante una hora, y consciente de que su suerte estaba ya decidida, Turull ha hecho un discurso taciturno y atropellado: ha costado entenderle en muchos momentos. Solo al principio y al final, cuando ha recordado la votación del 1 de octubre, el candidato se ha apartado de la prosa funcionarial y ha mostrado algo de pasión.

También ha debido de influir en el discurso el hecho de que Turull es uno de los seis parlamentarios catalanes que mañana deben comparecer ante el Tribunal Supremo, que podría comunicarles que deben volver a prisión por su papel durante los últimos meses del 'procés'. "Mañana por la mañana tenemos una cita, no hace falta que les recuerde donde", ha dicho durante el discurso.

Un "alma en pena"

La parte en la que ha justificado por qué ha aceptado presentarse a la investidura también se ha apartado del tono monocorde general. Turull ha dicho que habría podido vivir más tranquilo sin hacerlo, pero que, "ante esta encrucijada", se habría convertido "en un alma en pena" que no podría "mirar a los ojos" a sus hijas. "Prefiero ser víctima de injusticias que desentenderme de un momento como el actual", ha afirmado.

En cuanto al referéndum, el candidato ha criticado el "uso de la fuerza contra ciudadanos indefensos", y la "represión" que a su juicio ha ejercido el Estado tanto durante la jornada del 1 de octubre como en los meses posteriores. Tras subrayar la victoria de los partidos independentistas en las últimas elecciones, ha añadido: "Esta legislatura nace con los deberes hechos de haber frustrado el miedo y las amenazas".

Pero, consciente de que esa apelación a apartar las "garras" del artículo 155 de Catalunya no iba a ser suficiente para convencer a la CUP, Turull no ha ido más allá. En la parte central de su alocución se ha centrado en los aspectos de gestión -alusiones genéricas al derecho a la vivienda, al acceso a la cultura, a la prosperidad económica...- y ha olvidado los puntos más polémicos, que JxCat y CUP pusieron por escrito precisamente para tratar de atraer a los antisistema.

No ha habido, por ejemplo, menciones a la multiconsulta del final del mandato, a la elaboración de un esbozo de constitución o al "espacio libre de Bruselas". Por el contrario, Turull sí ha ofrecido "diálogo" en varias ocasiones, tanto a La Moncloa como al Rey: "Por nosotros no quedará. Tendremos la mano tendida si existe la más mínima opción de obtener respuesta del jefe del Estado o del Gobierno".

En su réplica a los líderes de la oposición, el guion de Turull no ha cambiado. "Me gustaría poder llegar a un acuerdo. La unidad es lo que hace avanzar a los pueblos", ha dicho, sin mucha convicción de poder mover a la CUP el sábado, en la segunda jornada del debate.

Tres meses después de las elecciones, por fin un candidato a la investidura ha podido pronunciar su discurso en el Parlament. Pero lo ha hecho muy condicionado por las circunstancias, la de su segura derrota y la de su situación judicial. Turull, seguidor del Espanyol, ha afrontado el debate como su equipo los partidos en la recta final de la mayoría de las ligas, cuando ya no se juega nada.