PERFIL DEL LÍDER SOCIALISTA

Pedro Sánchez, la estrella del aspirante

Discutido desde que alcanzó el liderazgo del PSOE, el candidato ha ido ganando todas las pugnas

Pedro Sánchez, con su esposa, Begoña Gómez, en el escenario durantesu proclamación.

Pedro Sánchez, con su esposa, Begoña Gómez, en el escenario durantesu proclamación.

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Para bien y para mal, Pedro Sánchez sorprende. Su acto de proclamación como aspirante a la Moncloa, de marcado carácter estadounidense (la bandera, la esposa, los eslóganes) es solo una muestra más de la tendencia del secretario general del PSOE a distanciarse de la ortodoxia. Desde su famosa llamada al programa 'Sálvame' para aclarar la posición socialista sobre el Toro de la Vega hasta el fulminante cese de Tomás Gómez como líder y candidato de los socialistas madrileños, pasando por propuestas de las que se ha tenido que desdecir como la desaparición del Ministerio de Defensa y los funerales de Estado para las víctimas de violencia machista, Sánchez es para sus defensores el "aire fresco" que necesita el partido, el "mejor candidato posible" en estos tiempos políticos tan cambiantes. Para sus críticos internos, que siguen siendo numerosos pese a que ahora hayan pisado el freno ante la cercanía de las elecciones generales, se trata, por el contrario, de un dirigente que es "pura forma y poco contenido".

Pero nadie pone en duda que Sánchez (Madrid, 1972) tiene estrella y una enorme seguridad en sí mismo. No se amilana ante la adversidad. Pocos, muy pocos, creían en sus posibilidades en un principio. No estaba en las quinielas para convertirse en el candidato a la Moncloa hace solo un año y medio, antes de que el resultado de las elecciones europeas se llevara por delante a Alfredo Pérez Rubalcaba, su antecesor al frente del PSOE. Y tampoco después, o al menos no en un primer momento, ya que la dimisión del exvicepresidente del Gobierno trajo consigo una operación diseñada para coronar a Susana Díaz. Pero la presidenta andaluza dio un paso atrás cuando ya todo parecía hecho, y frente a Eduardo Madina, al que muchos consideraban el sucesor natural, se movilizó a favor de Sánchez. Con ella, la mayoría de los barones que habían alentado sin éxito el ascenso de la mandataria autonómica.

El líder socialista, forofo del baloncesto y de trato cercano, estuvo en el lugar y el momento adecuados, en una nueva fase de una carrera política, la suya, que había comenzado sin especial pompa. Sánchez era uno de los llamados "chicos de [JoséBlanco", en referencia al equipo del antiguo vicesecretario general del PSOE, pero uno de los menos visibles. Había sido concejal en el Ayuntamiento de Madrid y entrado en el Congreso de rebote en las dos últimas legislaturas, gracias a la salida de dos ilustres miembros del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (primero Pedro Solbes y después Cristina Narbona), y ni siquiera formaba parte de la ejecutiva del PSOE.

SER O NO SER DEL APARATO

Pero todo cambió el pasado año, al ganar las primarias internas frente a Madina y José Antonio Pérez Tapias, e incluso esa trayectoria repleta de altibajos se acabó convirtiendo en una ventaja para su puesto como secretario general. Desde el primer momento, Sánchez argumentó que él representaba una novedad, que no era del "aparato» (una afirmación discutible, dado que había crecido a la sombra de Blanco, que era en sí mismo 'el aparato'), que había trabajado como autónomo y conocido el paro.

Y cuando su senda se torció de nuevo, a finales del 2014, al distanciarse Díaz y comenzar la mandataria a crear tensiones y alentar la idea de que se planteaba postularse a la candidatura a la Moncloa, desplazando al secretario general por el camino, Sánchez aguantó con estoicismo. Y ganó. Ahora está convencido de que repetirá esa victoria en las elecciones generales del próximo noviembre.