Mas trata de recuperar la unidad del catalanismo frente a la 'ley Wert'

Artur Mas, durante la inauguración de las obras de ampliación de la calle Major de Torrelavit, ayer.

Artur Mas, durante la inauguración de las obras de ampliación de la calle Major de Torrelavit, ayer.

RAFAEL TAPOUNET / Barcelona

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Una y otra vez, los ministros de Mariano Rajoy parecen querer emular a aquel grupo de prisioneros británicos empeñados en volar el puente sobre el río Kwai que ellos mismos se habían visto forzados a construir por orden de un coronel particularmente escrupuloso. En esta ocasión, el papel de artificiero ha correspondido al ministro de Educación, José Ignacio Wert. Si de lo que se trataba era de dinamitar la posibilidad de un diálogo entre las administraciones central y catalana que ayudara a reconducir el proceso soberanista, cabe decir que el proyecto de ley de mejora de la calidad educativa (LOMCE) anunciado el viernes por el Gobierno ha demostrado una eficacia notable. Con su ataque a los pilares del sistema de inmersión lingüística, la llamadaley Wertha logrado no solo abrir una brecha difícilmente reparable entre los ejecutivos que presiden Mariano Rajoy y Artur Mas, sino también darle a este último un poderoso argumento para tratar de recomponer las filas del catalanismo político, que en las últimas semanas amenazaban con disgregarse a cuenta del debate en torno al derecho a decidir.

«Este país debe unirse para hacer una defensa cerrada de nuestro modelo educativo y, especialmente, de nuestro modelo lingüístico», proclamó ayer el jefe del Govern, que aprovechó una visita de obras a Torrelavit (Alt Penedès) -se inauguraba el proyecto de ampliación de la calle Major- para anunciar con cierta solemnidad que la semana que viene convocará a los partidos catalanes y a la comunidad educativa a fin de preparar conjuntamente la respuesta a lo que calificó como «una OPA hostil contra la escuela catalana, contra el catalán y contra el autogobierno».

BUENAS CARTAS/ Otra cumbre, pues. Pero esta vez, a diferencia de lo que ocurrió en la reunión de partidos sobre el derecho a decidir que tuvo lugar hace apenas dos semanas, Mas tiene buenas cartas. En aquella ocasión, los representantes del PSC dejaron clara su escasa disposición a participar en el Pacte Nacional pel Dret a Decidir cocinado por CiU y ERC y que debe poner las bases para la celebración de la consulta sobre el futuro estatus de Catalunya. El desmarque de los socialistas suponía un revés importante para elpresident, por lo que tenía de debilitamiento del frente proconsulta. Pero si ha habido una causa que en las últimas décadas ha servido para unir a las fuerzas políticas de filiación catalanista, ha sido la defensa del modelo de inmersión lingüística. Y Mas se dispone a sacarle todo el partido a esa baza.

Su exhortación de ayer a la «unidad» es algo más que mera retórica, según apuntan sus colaboradores. El líder nacionalista planea utilizar la «OPA hostil» de laley Wertpara desplegar una estrategia de diálogo y acuerdos con los partidos catalanes (salvo el PPC y Ciutadans) que le permita reforzar su papel institucional comopresidenty situar la lucha por el catalán en la escuela en el marco más amplio del conflicto con la Administración central y, en definitiva, de la necesidad de un cambio en el estatus político de Catalunya.

La primera estación de esa estrategia será la mencionada cumbre, pero la idea es darle continuidad impulsando, por ejemplo, iniciativas conjuntas en el Congreso de los Diputados (y ahí será clave el papel de Josep Antoni Duran Lleida). Por el momento, el líder del PSC, Pere Navarro, ya confirmó ayer su disposición a participar en la reunión convocada por Mas y a respaldar al Govern frente a la LOMCE, aunque le reclamó también una defensa decidida «de la escuela pública de calidad». Idéntico planteamiento hizo la coordinadora de ICV Dolors Camats. El portavoz de ERC Oriol Amorós aplaudió la iniciativa de Mas y conminó a los partidos a «pasar a la acción».