LAS CONSECUENCIAS DE LA IRRUPCIÓN FASCISTA EN LA DIADA
Los ultras sacan pecho
El asalto al centro cultural Blanquerna se gestó en una cena. Los dirigentes de las cinco formaciones de la ultraderecha que en el último año se han aliado creando la plataforma La España en Marcha decidieron asaltar la delegación de la Generalitat en Madrid, en pleno acto de la Diada, para buscar una notoriedad que han logrado. La intención era irrumpir, gritar cuatro consignas, mostrar sus banderas y largarse. Pero «nos calentamos y se nos fue de las manos», reconocieron los detenidos en la brigada de información de la jefatura de policía de Madrid. A pesar de que los 12 quedaron en libertad pero imputados de varios delitos, los líderes ultras están eufóricos. Contemplan el órdago independentista como un buen caldo de cultivo en el que crecer. El próximo 12 de octubre se volverán a dejar ver, y esta vez será en Barcelona.
Esta nueva alianza ultra sabe que su última oportunidad para crecer pasa por aprovechar la coyuntura que les brinda la crisis económica y la desesperación de la gente. Y van a contribuir a la desestabilización social en su propio beneficio.
Cuesta encontrar unanimidad en el análisis sobre los movimientos de la ultraderecha. Las brigadas de información de la Policía y el servicio de información de la Guardia Civil de Madrid aseguran con estadísticas que el fenómeno atraviesa un momento de estancamiento, sin que se perciba auge alguno. Y cifran en no más de 800 personas las que los radicales son capaces de movilizar en Madrid en sus actos más numerosos. El último, una manifestación el pasado 20-N que ya estaba encabezada por una pancarta unitaria de La España en Marcha.
RELAJO INSTITUCIONAL / No comparte el optimismo de ese análisis policial Esteban Ibarra, el presidente de Movimiento contra la Intolerancia, la asociacion antirracista nacida en los noventa, y que advierte con preocupación de la excesiva relajación con la que los actuales responsables políticos observan a los ultras. Para Ibarra cada vez hay más radicales de ideología neonazi que han aprendido a pasar desapercibidos, agazapados en formaciones legalizadas. Sus líderes, añade, ansían copar su porción de pastel institucional, como ya pasa en Grecia, Hungría o Francia.
El análisis lo comparte el periodista de 'Interviú', especializado en investigación de bandas ultras y neonazis, Joan Cantarero. «Mirar hacia otro lado no hace desaparecer el problema. Las instituciones minimizan por desconocimiento el crecimiento del fenómeno ultra, basándose en estadísticas y recomendaciones de expertos policiales que se han demostrado poco fiables». Cantarero añade que «los partidos que promueven el odio y la violencia contra el que es diferente es real y están muy activos, y aspiran a seguir creciendo subidos al carro de la crisis, manipulando a la sociedad menos formada y más desesperada, con grandes dosis de xenofobia, racismo, antisemitismo y catalanofobia». Y advierte de que los políticos «solo reaccionan cuando el mal ya está hecho. En la Comunidad Valenciana el problema es muy grave. Ha habido asesinatos y palizas, e incluso seis bombas en sedes de partidos de izquierda cuyos autores no han sido detenidos, pese a que han celebrado en sus webs sus ataques a 'rojos y separatistas'».
Por el momento nadie ha detectado que la catalanofobia les sirva como eje vertebrador para ganar más adeptos. Pero no van a dejar pasar la oportunidad, visto el rédito que han tenido con el asalto a la Blanquerna en el que agredieron al diputado Josep Sánchez Llibre. El sábado que viene se ha organizado una capea, con música y barra libre, en un lugar no publicitado de Madrid para conseguir fondos con los que financiar los autobuses que viajarán a Barcelona a celebrar el día de la Hispanidad. Hasta ahora, los grupos ultras no han conseguido reunir más de un centenar de seguidores para sus viajes a Barcelona, pero los investigadores sospechan que este año la cifra aumentará, animados por la nueva coyuntura política en Catalunya.
ALERTA POLICIAL / Los Mossos d'Esquadra ya trabajan en el dispositivo de prevención. Aunque es pronto para saber qué puede pasar, el grupo especializado en la ultraderecha de la comisaría de información ha detectado una gran «efervescencia» entre los radicales para viajar a Barcelona. Las primeras informaciones apuntan que quieren concentrarse en Sants para marchar en manifestación hasta la plaza de Sant Jordi de Montjuïc. «Quieren desfilar por delante de locales en los que se han convocado concentraciones antifascistas. Impediremos que coincidan», indican fuentes policiales.
En los próximos días, los Mossos recibirán información de la Policía Nacional detallando qué grupos y cuántos radicales se desplazarán a Barcelona. Los Mossos los interceptarán en la autopista, como en otras ocasiones, obligando a detener los autocares para hacer cacheos, identificaciones e inspecciones.
La policía cree que la mayoría se quedará el fin de semana. El domingo 13 muchos podrían viajar a Tarragona para asistir a la beatificación de 522 mártires asesinados en la Guerra Civil. Una celebración organizada por la Conferencia Episcopal, en la que se esperan más de 400 autocares y 30.000 personas. Aunque la liturgia, presidida por el cardenal Antonio María Rouco Varela, nada tiene que ver con la ultraderecha, los radicales podrían aprovechar el clima de exaltación nacional y radicalismo católico, para volver a dejarse ver en Catalunya.
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