La consulta de Podemos quiebra las opciones de un pacto in extremis

Pablo Echenique

Pablo Echenique / periodico

IOLANDA MÁRMOL / JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Venía advirtiendo Pablo Iglesias en las últimas semanas que hay que “desdramatizar” la repetición de elecciones y los simpatizantes de Podemos confirmaron en un contundente referéndum interno que ni drama, ni miedo. Los militantes morados parecen dispuestos a jugarse la última carta al 26-J, a tenor de los resultados de una consulta que descartó, con un apabullante 88%, cualquier tentativa de favorecer un gobierno PSOE-C’s y, en cambio, votó en un 92% a favor de un ejecutivo de cambio. Las cifras, que se dieron a conocer este lunes, fueron acogidas desde la dirección con entusiasmo, puesto que legitiman la posición mantenida en las negociaciones y, a nadie se le escapa, avalan el liderazgo de Iglesias al frente de un partido con una imagen erosionada por los disensos internos.

La cúpula podemista opina que sus bases no están dispuestas a resignarse y prefieren volver a las urnas que asumir cualquier postulado de Albert Rivera, que entenderían como una claudicación. Otras voces del partido admiten que ese es el sentir mayoritario entre las 149.444 personas que participaron en el referéndum (38% del total de inscritos), pero ponen en duda que el votante transversal comparta ese mismo criterio. Es una tesis a la que se agarra el PSOE. Los socialistas reunieron a su ejecutiva, y allí, explicaron fuentes de la dirección, Pedro Sánchez argumentó que su partido estaba "en condiciones de ganar al PP" porque, según sus encuestas, el 40% de quienes apoyaron a Podemos en diciembre consideran que ha sido Iglesias quien no ha permitido un "gobierno de cambio". La estrategia del PSOE pasa ahora por reconquistar a ese colectivo. 

En cualquier caso, el resultado es infranqueable y, ante las constantes acusaciones de los socialistas y C's que endosan a Iglesias la responsabilidad de la repetición de elecciones, ayuda al líder morado a blindarse para no aparecer ante sus potenciales votantes como el culpable del fracaso negociador.

A pesar de que el mandato de las bases es irrevocable, ni Podemos ni el PSOE quieren cargar con la losa de dar por finiquitada la última esperanza y se emplazaron, en un ejercicio de funambulismo, a dar un paso en pos del pacto a pesar de mostrar escepticismo desde ambas partes.

LA PELOTA EN EL TEJADO

Menos de una hora después de que Pablo Echenique, el secretario de organización de Podemos, dijera que “la pelota” estaba ahora “en el tejado del PSOE” para forjar un pacto, los socialistas usaron la misma expresión para decir todo lo contrario: que era Podemos quien debería abrirse a un acuerdo con ellos y Ciudadanos. Pero Sánchez y los suyos reconocen en privado que todo se dirige a unas nuevas elecciones. Los dos caminos que evitarían la repetición de comicios, renegar de su alianza con Albert Rivera y explorar una gran coalición con el PP, están descartados. Durante la ejecutiva del PSOE, las intervenciones más importantes se dirigieron al escenario que parece inevitable. Sánchez argumentó que el partido podía ir a la cita con las urnas con “la cabeza bien alta” porque había hecho “todo lo posible” para que esta no se produjera. Y el presidente del Congreso, Patxi López, que poco antes había afeado a todas las formaciones su falta de disposición al acuerdo, dijo a puerta cerrada que la investidura era imposible.

“El 100% de los votantes de Podemos no quieren a Rajoy al frente del Gobierno. Claro, eso no lo preguntó el señor Iglesias”, explicó tras la ejecutiva el portavoz parlamentario de los socialistas, Antonio Hernando. En el último aliento del posibilismo, con la presión de un calendario que tiene como el 2 de mayo como fecha límite para disponer de un gobierno (si no lo hay, el día siguiente se disolverán las Cortes y se convocarán las elecciones), Ciudadanos se mostró dispuesto a soslayar el encuentro que vienen reclamando con Mariano Rajoy y aceptó que se reunieran sólo las comisiones negociadoras, sin líderes.

CAMPAÑA SUCIA

Más allá del buenismo retórico, los partidos engrasan su maquinaria para las urnas. Ciudadanos ha lanzado una campaña en las redes sociales con el lema de “Mariano Rajao”.

El PSOE responsabiliza a Podemos de la permanencia del líder del PP en la Moncloa. Y mientras, los morados tratan de reconectar con sus bases y movilizarlas con actos que huyen de los mítines clásicos y fomentan conversaciones informales tras los tres meses alejados de la calle por la vorágine institucional.