LUCHA ANTITERRORISTA

59 años de terror

Tras el fin de la actividad armada en 2011 y la entrega de las armas en 2017, solo queda poner punto final a las siglas

Imagen de la vivienda donde ha sido detenido Mikel Irastorza, este sábado en el barrio de Serres de Ascain (Francia).

Imagen de la vivienda donde ha sido detenido Mikel Irastorza, este sábado en el barrio de Serres de Ascain (Francia). / lf

Aitor Ubarretxena

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El 31 de julio de 1959 un grupo de jóvenes nacionalistas decidieron hacer frente al franquismo mediante la fundación de Euskadi Ta Askatasuna (Euskadi y Libertad). Hay quien fecha el nacimiento de ETA un año antes, pero de lo que nadie duda es del macabro legado: 800 asesinados y más de 6.000 heridos, además de una larga lista de secuestrados y amenazados.

Precisamente, puede ser el próximo 31 de julio cuando la organización terrorista anuncie su disolución definitiva. Hace unas semanas, el diario 'Gara' publicó que tras meses de debates y votaciones, la reflexión de ETA se acerca a su conclusión. La propuesta de la dirección es dar por concluido su "ciclo y función", en coherencia con los pasos previos que han dado tanto la izquierda 'abertzale' como la propia banda.

ETA anunció el 20 de noviembre del 2011 el fin de su actividad armada, obligada por el acoso policial, judicial, político y social. El atentado de la T-4 de Barajas, en diciembre del 2006, supuso un punto de no retorno. Al romper el alto el fuego permanente declarado en marzo de ese año, abortó definitivamente cualquier posibilidad de diálogo con el Gobierno y se distanció de la banda de la izquierda 'abertzale', que con Arnaldo Otegi a la cabeza apostada por cerrar el ciclo de la violencia. El propio Otegi, que logró que la decisión del grupo político se impusiera a la de la organización armada, ingresó en prisión en junio del 2007.

Entre 2007 y 2010, ETA asesinó a 10 personas más. El último fue un policía francés, durante un tiroteo con tres terroristas. Pero para entonces se había preparado ya un camino para el final de ETA; tuvo especial peso la Declaración de Bruselas, en marzo del 2010, suscrita por personalidades como los Premios Nobel Desmond Tutu, Frederik De Klerk, Mary Robinson y John Hume. Respaldó la apuesta de la izquierda 'abertzale' por el uso de medios "exclusivamente políticos y democráticos", a la vez que reclamó a ETA un alto el fuego "permanente y verificable".

ETA siguió el guion y declaró un año después el final del terrorismo. Intentó infructuosamente "negociar" con el Gobierno sobre los presos, su disolución y la "desmilitarización de Euskadi". Entre tanto, la izquierda 'abertzale' fue dando pasos para reconocer el dolor provocado por ETA, mientras el colectivo de presos de la banda reconocía "el daño causado" y aceptaba un proceso escalonado e individual, acatando la legislación española, para "vaciar las cárceles".

Pero no todos los pasos han sido hacia adelante. Las sucesivas operaciones policiales, así como la negativa de Madrid y París a pactar una entrega de armas, han amenazado con eternizar el proceso de disolución de ETA. Finalmente, el 8 de abril del pasado año, ETA entregó a las autoridades francesas la localización de sus arsenales. Desde entonces, los miembros de la banda han debatido cómo poner punto final a las siglas. La dirección ha propuesto un texto que deberá ser aprobado en su globalidad, por lo que se espera un resultado inequívoco, rotundo y de materialización inmediata. En ese texto se descarta explícitamente la actividad política, y fija algunas labores de carácter técnico, como impedir eventuales "utilizaciones malintenicionadas de las siglas de ETA". Pero de facto, ese documento certificará el punto final a 59 años de pesadilla.