Análisis

El futuro de Barcelona no está escrito

Joaquim Coll

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En la larga era del pujolismo, uno de los deportes favoritos de algunos comentaristas políticos, los días y semanas siguientes a unas elecciones autonómicas, consistía en trasladar especulativamente esos resultados al siguiente combate por la alcaldía de Barcelona. De ello se deducía que la victoria de CiU en la capital estaba cantada. Y, sin embargo, como bien sabemos, eso nunca se produjo, aunque en 1995 Miquel Roca anduvo bien cerca. A excepción de 1999 y el 2003, la federación nacionalista se ha alzado siempre victoriosa en Barcelona en las autonómicas. Su hegemonía se cimentó en la década de los 80, y todavía en 1992 CiU logró el 47% de los votos y tres años más tarde casi el 40%. En el 2006 el PSC quedó más de cinco puntos por detrás de CiU, pese a lo cual, ocho meses más tarde, Jordi Hereu consiguió invertir los resultados y salvar la alcaldía frente a Xavier Trias.

Pero el resultado de ayer es más que demoledor para los socialistas. Su suelo electoral se ha hundido por debajo del 18% de los votos en Barcelona. CiU se alza con algo más del 36%, una diferencia nunca imaginada. ERC pierde también en la capital casi la mitad de su electorado, mientras que ICV-EUiA aguanta mejor aunque retrocede más de dos puntos. Por su parte, el PP se mantiene al alza, mientras que C's desciende algunas décimas y aparentemente lo tiene difícil para superar la barrera del 5%, imprescindible para tener representación en el consistorio. Ahora bien, nadie debería olvidar que la historia electoral demuestra sobradamente que cada convocatoria tiene unas variables específicas que la hacen diferente. Lo que ocurra en mayo del 2011 seguro que no será una copia de los resultados de ayer. El futuro nunca está escrito, y menos en esta sociedad líquida donde todo es veloz y tanto los éxitos como los fracasos son efímeros.