debate EN EL PARLAMENT

ERC paga con los presupuestos la firmeza de Mas con la consulta

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, revisa unos papeles, ayer, durante la sesión plenaria del Parlament.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, revisa unos papeles, ayer, durante la sesión plenaria del Parlament.

XABIER BARRENA / RAFA JULVE
BARCELONA

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El de ayer fue un día normal en el Parlament, lo que, visto el alud de jornadas históricas que se suceden, siempre es de agradecer. Fue también el día, el mal día, para el que Esquerra se había preparado desde que en diciembre del 2012 firmó el pacto de estabilidad parlamentaria con CiU. Un día de esos que se desea que pasen rápido. La Cámara catalana aprobó el presupuesto de la Generalitat para el 2014 con 70 votos del partido del Govern, CiU, y del socio republicano. El resto de grupos (60 votos) porfiaron tanto en dejar claro que las cuentas se aprobaron con la aquiescencia de ERC (a cambio de seguir hacia adelante con la consulta) como en atacar a CiU por el enfoque que da al reparto del dinero.

El de ayer fue también el día que ICV-EUiA tenía marcado con un círculo (rojo) en el calendario. Bastante incómodos en el «monotema», como define el proceso hacia la consulta el siempre peculiar portavoz del PSC, Maurici Lucena, el debate de las cuentas permitió a los ecosocialistas, por un lado, atizar a CiU y contextualizar las fotos que se hacen con ellos por lo del referendo y, por otro, blandir la bandera de la izquierda ante ERC.

SOLO UNO DE LOS CINCO LÍDERES / CUP aparte, en el debate sobre la ley de presupuestos solo intervino uno de los cinco líderes de partido. Y fue Joan Herrera, quien comparó en su intervención la supuesta falta de coherencia de ERC con los presupuestos con la que, en su opinión, protagonizó, seis días antes, el PSC con el derecho a decidir. «Sé que ERC es un partido de izquierdas, pero aprueba unos presupuestos de derecha», sentenció el ecosocialista.

No quiso ERC entrar al trapo. Fue el experto en la materia Pere Aragonès quien defendió los postulados republicanos (Oriol Junqueras andaba con gripe y solo acudió a la votación). Y lo hizo de puntillas, sin polemizar ni tampoco decir aquello de «los presupuestos más sociales de la historia». Hasta le reconoció a Herrera que ICV-EUiA había sido el único grupo que aportó alternativas a los números de la dupla CiU-ERC. Eso sí, de las 1.000 enmiendas de los ecosocialistas no se aceptó ni una.

Aragonès negó toda comparación con ejercicios anteriores «porque la situación económica» es muy distinta. Desglosó la lista de nuevos ingresos y repitió que eran estos los primeros presupuestos desde el 2010 en que no se aplicaban nuevos recortes. El precio es tener que sacarse - todos se preguntaron cómo- 2.318 millones de la manga (léase privatizaciones) para cuadrar las cuentas.

PPC y Ciutadans, en ese peculiar derbi por el público unionista (como, de manera divertida, advirtió el conseller de Presidència, Francesc Homs), pusieron a ERC en la diana. Los populares, con quien CiU pactó los anteriores presupuestos, los del 2012, siguieron con su táctica de situar a Artur Mas a los pies de Junqueras, con el objetivo obvio de ganarse al electorado más moderado de la federación. Tanto ellos como el partido de Albert Rivera y el PSC cargaron contra el Govern por dos flancos. Los dos primeros, por aumentar la presión fiscal a los catalanes. Los terceros, por perpetuar las «políticas severas de austeridad», de lo que el president se vanaglorió en una entrevista en la revista New Europe, como le recordó Lucena. El frente común de los tres partidos se produjo cuando acusaron al Govern de someterse a ERC y de aprobar realmente las cuentas el pasado 12 de diciembre, cuando se firmó el acuerdo para convocar la consulta el 9 de noviembre.

LA HERENCIA RECIBIDA / El president Mas se ausentó del debate casi nada más empezar. Y el conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, tampoco habló en ningún momento. Fuentes del Govern alegaron que Mas-Colell ya había defendido las cuentas en su presentación, por lo que fue el diputado Antoni Fernández Teixidó quien trató  de justificar los números. En resumen, además de llamar a la esperanza y a la fe en la recuperación económica, de subrayar que no había otra alternativa plausible más allá de meros retoques, volvió a recuperar la coletilla de la «herencia recibida» del tripartito para intentar salir airoso de la discusión.

No habló Mas y casi no estuvo en el debate presupuestario, pero sí se hizo notar en la sesión de control. Y mucho. Con el modo ironía activado, a Navarro le aplaudió el ejemplo de «diálogo» que ha dado con el PSC, mientras que a Rivera lo notó más sosegado  y «constructivo» que en otros debates («no sé qué ha pasado», remachó sin mencionar la investigación judicial a Jordi Cañas).

También hubo reprimenda para Alicia Sánchez-Camacho. La líder del PPC se ha pasado estos días reclamando a los soberanistas que acaten el portazo que el Congreso dará a la petición de consulta, a lo que el líder de CiU le respondió ayer recordándole que los populares llevaron al Tribunal Constitucional el Estatut del 2006 que aprobó la Cámara baja. También volvieron a discutir a cuenta del «diálogo» después de que Camacho instara a Mas a abordar la financiación. Este le replicó que Mariano Rajoy «tiene muchos indicios» de que él está dispuesto a negociar. Ahora bien, avisó a la dirigente conservadora que «mal que le pese, la consulta no fracasará».