MIRADOR

Carrera para recuperar las esencias

JOAN TAPIA

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Es la hora de la verdad. Esquerra, que carga con muchos costes, cree que la lámpara de Aladino es subir la apuesta. Es independentista y para estar en el Govern exigirá un referendo de autodeterminación, que ni PSC ni CiU admiten. ¿Quiere ir a la oposición? No, Puigcercós, hábil, quiere el pleno del voto independentista. Según el CEO es el 23%. Suficiente para mangonear.

CiU también vuelve a las esencias pujolistas. Tras haber logrado vender que el tripartito es un fracaso (con la ayuda inestimable del tripartito) quiere encarnar la centralidad catalanista. Ser más nacionalista que el PSC «botifler» y más responsable (pero no menos catalanista) que ERC. Sí, pues, al derecho a decidir, pero ara toca solo concierto económico. Y la efigie de Duran como garantía de orden.

ICV busca su alma mas pura. Nada de Saura (jefe de la policía) sino Joan Herrera, más joven, que se expresa bien, que va en bicicleta y que quiere enganchar a los electores más verdes y/o irritados con el paro y Zapatero. Y el PP, más de lo mismo. Hoy se trata ya menos del Estatut (a lo hecho pecho) y más de encarnar el orden-orden. Mas es un independentista sospechoso y los alcaldes del PSC, cómplices de lo que pasa en Badalona. Alicia Sánchez-Camacho, hiperactiva, entierra con fuerza el cadáver de Josep Piqué (que quizá fue solo un divertimento de la derecha española).

Y el PSC también respira esencias. Con Zapatero ha habido conflictos, pero ahora hay que cazar votos. La marca ZP ya no es lo que era, pero existe. Y el PSOE, más. Se vio en Gavà con los aplausos a Felipe. Y Celestino Corbacho, el imbatible en L'Hospitalet, encarna el mejor socialismo municipalista.

Pero el PSC -fruto de la unión del PSC-Congrés de Reventós-Obiols-Serra-Maragall, de la federación catalana del PSOE y del Reagrupament- es más amplio. En el 2006, el número dos fue, por encima de la presidenta Manuela de Madre, para Antoni Castells, que hizo letras de Llach y lee a Keynes. Quizá en el PSC todos son catalanistas, pero con Castells en Colombey-les Deux Eglises (el retiro de De Gaulle durante once años), el alma catalanista pierde visibilidad. Si CDC reabre heridas maragallistas y Montilla quiere el pleno precisa más Corbacho y más Obiols.

Por eso el segundo de la lista debe venir de la izquierda catalanista, de los que la prensa echó de menos en Gavà. Y si Castells no vuelve de Colombey, y Quim Nadal sigue en Girona, solo queda (o casi) Montse Tura. Alguien confiesa que Tura es una magnífica candidata, pero que existe el día después. Claro. El PSC puede copiar a Puigcercós, que ha jubilado a Carod y respira tranquilo. O imitar a Mas, que ha coexistido -en la desgracia- con Duran y Felip Puig. ¿Qué es lo que decidirá?