El voto dividido en Madrid hace aflorar la ruptura en CiU

Duran Lleida, junto a varios diputados de CDC, ayer durante la sesión plenaria del Congreso en Madrid.

Duran Lleida, junto a varios diputados de CDC, ayer durante la sesión plenaria del Congreso en Madrid.

FIDEL MASREAL / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La crisis matrimonial ya no se puede ocultar más. Los dos socios de CiU hace tiempo que viven separados pese a cohabitar bajo un mismo techo. O, dicho con mayor precisión, Convergència marca el rumbo sin contar con su pareja y Unió se queja pública y privadamente pero acaba acatando las decisiones. Así ha sido al menos hasta el martes, cuando se produjo una de las mayores evidencias de este divorcio de facto: los diputados de uno y otro partido votaron de forma distinta en el Congreso respecto al plan antiyihadista acordado entre el Gobierno y el PSOE.

Una discrepancia insólita, porque, salvo en cuestiones de conciencia ética como el aborto, nunca se había producido un voto separado. Y lo más significativo es que CDC desautorizó de este modo directamtente la principal cuota de poder que ostenta actualmente Unió: la actuación política en las Cortes. De nada sirvió que en la reunión previa del grupo parlamentario los diputados de Unió apelaran a un acuerdo (que CDC niega) en la ejecutiva de CiU del 26 de enero para votar a favor de la tramitación del proyecto. Tras esa reunión, a la que Josep Antoni Duran Lleida no asistió, los convergentes telefonearon a Barcelona para pedir consejo. La decisión fue que era mejor abstenerse.

«Nunca dijimos que votaríamos a favor, sino que no votaríamos en contra», afirmaban ayer los dirigentes de Convergència después de Duran calificara de «grave» los sucedido. «Fui desautorizado yo y fue desautorizado el comité ejecutivo nacional de CiU. Allí se tomó una decisión». Duran aseguró que el convergente Pere Macias, portavoz del grupo en el Congreso, llamó al diputado Jordi Jané desde Colombia para decirle que votara a favor.

 Lo trascendente también de la crisis de ayer es que, tras Duran, miembros democristianos del Govern de Artur Mas como la vicepresidenta, Joana Ortega, y el titular de Interior, Ramon Espadaler, denunciaron la actuación «irresponsable» de los diputados de CDC, a los que reprocharon un actuación «unilateral», que no puede repetirse y merece, dijeron, una reflexión «profunda».

Una escalada verbal que no pareció afectar en exceso al president Mas. «Es un tema del grupo parlamentario en Madrid y les tenéis que preguntar a ellos», respondió ayer cuando le preguntaron sobre esta enésima muestra de tensión entre Unió y CDC. Las palabras de Mas quitándose de enmedio ahondan en la crisis, dado que Duran siempre ha querido resolver los conflictos directamente con la implicación del president. En cambio, Convergència subrayó ayer que la gestión del voto dividido se llevó a cabo sin la intervención de Mas, que dejó a la dirección de CDC que diera la instrucción a sus diputados sobre qué hacer.

A diferencia de conflictos anteriores, Convergència mostró ayer muy poco interés en alimentar la pugna y desdeñó la batalla. Una batalla en la que pesan pugnas como la que mantienen por la candidatura en las elecciones municipales en Vic. Pero la madre de todas las batallas -en la que el conflicto sobre las medidas antiyihadistas ha sido solo un instrumento- no es otra que la estrategia independentista de Convergència, que no comparte en absoluto Duran y que tiene a Unió en vilo, a la espera de una decisión al respecto. Mas ha decidido desde hace tiempo seguir su camino independientemente de lo que opine el líder democristiano. Es más, en privado no falta quien admite claramente que preferiría formalizar el divorcio porque el discurso de Duran contra el independentismo resta votos.

Públicamente, la instrucción de CDC es la de no forzar la ruptura y no alimentar la polémica. Tampoco Duran parece decidido a tomar decisiones inmediatas. Las elecciones locales son un botín de peso como para ponerlo en riesgo ahora.

Tras los comicios locales de mayo, será el momento de las decisiones. Por un lado, CDC y las entidades soberanistas aprietan a fin de disponer cuanto antes de la hoja de ruta programática independentista común. Por otro, Duran continúa con su apuesta por un espació de centro catalanista, a través de la plataforma Construïm. Y mantiene la incógnita sobre su futuro. Todas las opciones están abiertas, pero el dirigente de Unió ha insistido en que no se sentiría cómodo con un programa netamente independentista como el que se prepara.

El encontronazo del martes abre también otras vías de agua: la falta de sintonía entre Duran y parte de su grupo parlamentario, y la dudosa efectividad de las reuniones de la cúpula de CiU. Paradójicamente, este tipo de cumbres no son habitualmente el foro en el que se dirimen las diferencias estrategicas entre ambos. La división afecta también a la candidatura de la federación nacionalista en las próximas elecciones generales. Si eran pocos los que creían en la opción de que Duran repita, tras la crisis del martes quedan todavía menos dudas de que el futuro del dirigente de Unió no pasa por otra legislatura en el Congreso.