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Paco Candel, el personaje y el escritor

La primera biografía del autor de 'Donde la ciudad cambia su nombre' recuerda, pocos días antes del primer aniversario de su muerte, la figura de un autor convertido en figura popular

ERNEST ALÓS ealos@elperiodico.com

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LA PROVIDÈNCIA ES DIU PACO

Genís Sinca

Editorial: Dèria - La Magrana

Páginas: 419

Precio: 22 €

Hace casi un año, el 23 de noviembre del 2007, murió Paco Candel. Sus novelas eran (y son) casi inencontrables. Pero, aunque a él le doliese, no era por ellas por lo que tantos le recordaban, sino por la persona. O, quizá, por el personaje, reconocido unánimemente como uno de los pocos puntos de encuentro genuinos entre la literatura y la política catalana, por un lado, y la realidad de los barrios de losotros catalanes, por el otro. Personaje y escritor aparecen enLa providència es diu Paco(Dèria-La Magrana), la primera biografía de Candel. Aunque quizá sea más apropiado calificarla como un libro de entrevistas, las que el autor, Genís Sinca, mantuvo con el propio cronista de las Casas Baratas y quienes lo conocieron.

A Candel le disgustaba que se le recordase como el "escritor de los pobres" y reivindicaba ser reconocido simplemente como escritor. Esta insistencia llega a dibujar un elemento "triste, y casi patético" del perfil de Candel. Porque a estas alturas ni siquiera se le reconocía el valor literario de sus primeras obras. Algo que sí hace, en una entrevista inédita que Sinca reproduce íntegramente al final del libro --junto a las de la maestra Pepita Casanellas, Marujita Candel, Eduardo Manchón, Josep Benet, Max Cahner, Jordi Pujol y Josep Maria Huertas Claveria--, el fallecido Manuel Vázquez Montalbán. El padre de Carvalho sostiene que, conDonde la ciudad cambia su nombre(1957) yHan matado un hombre, han roto un paisaje(1959), Candel "se convierte en uno de los mejores representantes del denominado realismo social", con escenas lúdicas y poderosas que son una "excelente" descripción "de los ámbitos y condiciones de vida de los cinturones urbanos, aquellos que crecieron salvajemente sin ningún otro impulso que el hambre, las carencias de todo tipo y la emigración".

Pero las dos obras que quizá resistan más el paso del tiempo tienen 50 años. Tantos como libros escribió. "Se convirtió en personaje, en un gran personaje", reconoce Sinca. Un exponente de "una generación que creció luchando y que después de la transición se encontró desplazada". Algunos supieron reinventarse, como Vázquez Montalbán. Candel, no. "Siguió siendo el personaje con barba y pañuelo que hacía cosas por los vecinos, una especie --resume el biógrafo-- de Abbé Pierre".

No dejó de ser un gran retratista, el cronista que había escrito en la revistaDestinoel primer gran reportaje sobre las barracas de Montjuïc. Pero su conversión en, como lo define Sinca, "una especie de embajador de pobres, putas, alcohólicos y miserables, un abanderado del partido político que no existe" benefició tanto al reconocimiento de su persona como perjudicó al de su obra.

Su paso por la política, como senador de la Entesa y concejal en L'Hospitalet, como independiente por el PSUC, fue decepcionante. Pero de los últimos años quizá se recuerde más la relación del autor con Jordi Pujol. Una relación simbiótica. Pujol reconoce en el libro que Candel llegaba a donde él no podía, y Candel no llegaba a fin de mes.

El libro recoge el Candel íntimo, con zapatillas a cuadros y gato, y reúne confidencias de su entorno familiar y del barrio. Algunas de ellas pueden levantar ampollas. Igual que hicieron algunas de las novelas de Candel al recoger, apenas disimuladas, anécdotas de sus vecinos, como la del Perchas que espiaba a las amigas de su mujer mientras se duchaban. En la biografía aparecen con crudeza aspectos de la biografía de Candel como la muerte de su madre o la difícil relación con su mujer Maruja, "que iba dejando deudas que él tenía que ir pagando por el barrio". Pero no la dejó, igual que no dejó su barrio. Porque Candel era un personaje, pero real.

Según Sinca, las historias de vecinos marginados tenían poca audiencia en los años de un bienestar que parecía estable e infinito. Pero Candel quizá no solo miraba hacia el pasado, sino que era más consciente de muchos de que el futuro podía volver a ser negro. "Su actitud es la propia de aquella generación que siempre nos decía que quienes no hemos pasado hambre no podemos entender según que cosas pero él, además, avisaba que tuviésemos cuidado, que podía volver a suceder y que ya veríamos cómo reaccionaríamos", recuerda el biógrafo.

En sus últimos tiempos, asegura Sinca, Candel también sentía "que lo que había hecho no había servido para nada y que los problemas volvían a ser los mismos, que la historia se volvía a repetir", con un nacionalismo alejado de la realidad y unos barrios con jóvenes "que hablan solo en castellano y ve con recelo y lejanía lo catalán".

LA PROVIDENCIA

Una última lección de hasta qué punto, en la vida de Candel, imagen y realidad podían no coincidir. El mismo título de la biografía,La providència es diu Paco, podría parecer de un buenismo blandísimo cuando encierra una anécdota amarga. Un día Maruja, le dijo: "Paco, habrá que llamar a la providencia, que no llegamos a final de mes". Y él cogió la Olivetti para escribir otro artículo más mientras refunfuñaba "la providencia, la providencia... ¡la providencia se llama Paco!"