Dos miradas

Wikicuento de Navidad

EMMA RIVEROLA

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J ulian era un hombre que lo sabía todo. Ante sus ojos desfilaban ingentes cantidades de información confidencial. Cada mañana se despertaba preguntándose qué revelación le depararía el día, conectaba el ordenador y su mirada escrutaba los detritos del mundo. Así, jornada tras jornada. Hasta que una tarde, después de comer un bocadillo frente a la pantalla, bostezó. Fue un gesto largo, sonoro, que a él mismo le sorprendió. Las grandes intrigas empezaban a aburrirle. Se revolvió nervioso en la silla y trató de concentrarse en la imagen que acababa de recibir. Dos hombres en un anodino café de carretera. Tráfico de armas. Y se le escapó un suspiro de cansancio. Entonces, la vio. Detrás del mostrador, los cabellos rubios, lánguidos, peinados sin gracia. Un rostro bello ensombrecido por una profunda y evidente mueca de hastío. Julian sintió una punzada en el pecho. Necesitaba saber más. Escribió cuatro mails y esperó. Pronto le llegaron los detalles. Lucy. 32 años. A los 16, tuvo que hacerse cargo del bar familiar. Un negocio de mala muerte en un poblacho perdido. Apenas estudios. Apenas amigos. Nadie interesante, concluía el informe.

Julian llegó por Nochebuena. En el bar, cuatro hombres solitarios. Y ella. Lucy. El hombre que lo sabía todo pidió un café y sonrió a la mujer que no sabía nada. Ella le devolvió la sonrisa. Y ambos comprendieron que tenían mucho que aprender.