Dos miradas

La verdad nazi

EMMA RIVEROLA

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Neus Catalànunca lloró delante de un nazi. En las lágrimas reprimidas latía la esencia de su fuerza, de su resistencia. Prisionera durante 15 meses en el campo de exterminio de Ravensbrück, luchó a muerte para conservar la vida. Durante todo aquel tiempo, no hubo un solo instante de descanso. Segundo tras segundo de sufrimiento. Segundo tras segundo de respirar el humo de la carne humana abrasada. 92.000 mujeres murieron en aquel campo de la muerte. Como una escaladora agarrada a las fijaciones,Català se aferró a sus ideales para vivir su particular victoria: la supervivencia. No quiso ahorrarse ninguna escena del horror. Como si necesitara impregnar la mirada de la extrema crueldad, la atrocidad y la deshumanización nazi. Cuando todo acabó, después de llorar arrodillada sobre la tierra y besarla, quiso convertirse en la memoria viva de la barbarie. Tenía esa deuda con todas las mujeres que allí habían muerto.

El testimonio deCatalày nuestra mirada al recogerlo es el círculo que vence al horror del nazismo. El antídoto para evitar nuevos exterminios. Y, también, la mejor protección contra las absurdas e insultantes comparaciones que solo desacreditan a quienes las realizan. SeñoraCospedal, un poco de vergüenza y un algo más de lectura. Los nazis fueron los que le robaron el sueño de por vida aCatalà, los que humillaron y aniquilaron a millones de personas, no los activistas de la PAH.