Vencer al oráculo

Cada día, en todo el mundo, hay centenares de expertos que analizan la actualidad económica y la política internacional. Realizan análisis sesudos, lanzan teorías especulativas y pontifican sobre cuál será, sin ningún género de duda, el siguiente movimiento de la partida planetaria. Pero ninguno de ellos, o al menos ninguno de losgurúsmediáticos, supo predecir con suficiente antelación la intensidad de la crisis que nos asfixia ni la oleada revolucionaria que se extiende por el mundo islámico, todo un corte de mangas a la visión parcial y reiterada de Occidente que no contemplaba más opciones para los países árabes que las dictaduras sangrientas o el feroz integrismo.

¿Ceguera interpretativa? ¿Intento de manipulación? Sin duda hay algo de ambos, pero también un sustrato de determinismo seudomístico que nos lleva a creer que nuestro destino ya está escrito y la suerte echada de antemano. Las revueltas que, día a día, se extienden por el Magreb y Oriente Próximo son la evidencia de que los humanos somos unos seres muy débiles, pero con una capacidad titánica para inventarnos las fuerzas, tratar de apoderarnos del control de los dados y romper la partida. A veces, para alegría de todos aquellos que suelen ser tachados de ingenuos y optimistas, la realidad se impone al paralizante cinismo, a los malos augurios de los oráculos e, incluso, a nosotros mismos.