Pequeño observatorio

Una frase después de cuatro años

JOSEP MARIA Espinàs

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El Tribunal Constitucional (TC) no deja de sorprenderme. Ha necesitado cuatro años para examinar si el nuevo proyecto de Estatut de Catalunya era legal o no lo era. Y cuando escribo estas líneas todavía no ha dicho nada al respecto. Pienso en aquellas infladas carpetas de la burocracia donde puede leerse: Asuntos pendientes. Una pendencia que se eternizaba durante meses, incluso años. No tenemos que escandalizarnos, pues.

Cuando yo era joven y ejercí (poco tiempo) de abogado, ya vi la tendencia de los papeles a inmovilizarse. Llevé el caso de un hombre ya casado, y con hijos, que tuvo que comparecer ante un juzgado porque había cogido una prenda de una camioneta. La había cogido hacía 10 o 12 años. Aquel hombre, que entonces era un hombre maduro –y un ciudadano honrado–, y yo –que tenía que defenderlo– compartimos mucha vergüenza. Supongo que el juez también se avergonzó.

He recordado este hecho porque el Tribunal Constitucional ha actuado de una forma difícil de entender. Después de cuatro años, se supone que sus miembros ya tienen que saber lo que piensan del Estatut de Catalunya; porque cuatro años son muchos años de meditación.

Imitando el estilo judicial, al menos el de mi tiempo, aunque creo que no ha cambiado mucho, podríamos decir:

Punto primero: puesto que el Govern de la Generalitat y el Parlament de Catalunya aprobaron con votos legales y democráticos este Estatut...

Punto segundo: puesto que en el Tribunal Constitucional hay magistrados que hace tiempo que deberían haberse jubilado por prescripción legal...

Punto tercero: puesto que ya no les corresponde, pues, ejercer su función...

Punto cuarto: puesto que, contra lo que está establecido, no han sido sustituidos, y que, además, hay plazas vacantes que no han sido reglamentariamente cubiertas...

Resulta: que este TC tendría que declararse incapacitado para realizar la función que le corresponde y reconstituirse de acuerdo con lo que dispone la ley.

Y entonces se ha producido el milagro: tras cuatro años de silencio, la propuesta de renovación ha sido rechazada con tres palabras: «No ha lugar». Sin argumentos. Con una rapidez insólita: ¡un día! Cuatro años para no decir nada, y un día para dictaminar. La presidenta dice que espera que haya sentencia antes del verano. ¿De qué año?