Análisis
Un año de excepción
Será difícil recuperar la normalidad en Catalunya mientras haya políticos presos, pero también es necesario evitar la reiteración de aquellos hechos
Astrid Barrio
Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO
Astrid Barrio
Este jueves se cumple un año de la multitudinaria movilización que tuvo lugar a las puertas de la Conselleria d'Economia en la rambla de Catalunya en señal de protesta por el registro judicial que estaba llevando a cabo en su interior. Ese registro se producía a instancias del Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona que desde hacía meses investigaba los preparativos del referéndum y de la supuesta transición nacional basándose en las afirmaciones hechas por exjuez Santiago Vidal en diversos actos públicos.
El tuit del líder de la ANC
No era la primera vez que se producían registros y detenciones en el marco de esa investigación pero sí que era la primera vez que tenían lugar después de la polémica aprobación de las leyes del referéndum y de transitoriedad y sucedía a escasos diez días de la fecha prevista del referéndum. Los ánimos estaban caldeados y prueba de ello fue la masiva respuesta que tuvo el tuit de Jordi Sànchez, líder de la ANC, la noche del 19 de septiembre cuando se tuvo conocimiento de los registros: "Ha llegado el momento. Resistamos pacíficamente. Salgamos a defender desde la no-violencia nuestras instituciones. Rbla. Catalunya-Gran Via". Al día siguiente se congregaron varios miles de manifestante. Por ello ese tuit y los que le siguieron fueron uno de los argumentos esgrimidos para acusar a Sànchez y a Jordi Cuixart del delito de sedición. La Audiencia Nacional les responsabiliza de una movilización susceptible de ser un alzamiento público y tumultuario y el 16 de octubre del 2017 decretó su ingreso en prisión.
Desde hace casi un año Catalunya tiene dirigentes políticos encarcelados. Una anomalía que es la penosa culminación de las situaciones de absoluta excepcionalidad política vividas poco antes. Excepcionalidad porque un Gobierno democrático avalado por una mayoría parlamentaria aunque no social, tensó las costuras del Estado de derecho y aprobó unas leyes no solo declaradas inconstitucionales con posterioridad, algo que suele ser bastante habitual, sino que desafiaban abiertamente el propio orden estatutario y constitucional. Excepcionalidad porque unos dirigentes políticos aunque no partidistas instaron a la movilización social en señal de protesta ante una investigación, no confundir con una sentencia judicial. Excepcionalidad porque se celebró un referéndum ilegal, hubo cargas policiales desproporcionadas, se divulgaron unos resultados abrumadoramente favorables al convocante sin ningún tipo control ni aval de los cuales se derivó un mandato y se proclamó-suspendió la independencia. El resultado fue la activación el artículo 155 de la Constitución, la huida de algunos miembros del Govern y el encarcelamiento del resto acusados de delito de rebelión, una imputación a juicio de muchos juristas del todo desproporcionada.
Mientras haya líderes políticos en la cárcel va a ser difícil recuperar la normalidad política y social, pero no solo depende de ello, al fin y al cabo esa no ha sido la única situación de excepción. Recuperar la normalidad pasa también por evitar la reiteración.
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