Trump, ese homínido

Trump resume casi todo lo que odio: patán mentiroso, defensor de la violencia, hijo del dinero excesivo, ignorante, maleducado, irrespetuoso con los derechos ajenos...

Trump observa serio a una sonriente Hillary, durante el tercer y último debate presidencial.

Trump observa serio a una sonriente Hillary, durante el tercer y último debate presidencial. / aa

ANTONIO FRANCO

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Desde hace bastantes elecciones norteamericanas suelo plantear una reivindicación: deberíamos poder votar todos y no solo los ciudadanos de EEUU. Nos afectará tanto el resultado que es un sinsentido que no nos dejen hacerlo. Hay además una gran paradoja: cargamos intensamente con la campaña, conocemos perfectamente a los candidatos, hacemos nuestra composición de lugar, pero al final nos lo eligen otros para que la mayor parte de las veces lo suframos nosotros.

En alguna ocasión esa elección nos ha salido bien. Votaron correctamente por mí con Obama, por ejemplo, y pese a determinadas decepciones asumo sus aciertos y errores para ser consecuente con un triunfo electoral que consideré mío. Pero por la Casa Blanca han desfilado auténticas barbaridades dignas de tener estatuas descabezadas en las puertas del Born. ¿Recuerdan al Lyndon Johnson de la escalada en Vietnam, elegido inicialmente sólo como vicepresidente? ¿O al sucio Richard Nixon? ¿O la penosa dinastía de los Bush? Hicieron mucho daño a mucha gente inocente ajena a las urnas de EEUU.

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En esta ocasión quisiera votar, como probablemente usted, contra Donald Trump. Me escandaliza que sea finalista en esta elección. Y eso que considero a Hillary Clinton como un mal menor. No me gustan por principio las monarquías, la transmisión del poder desde dentro de las familias, ni siquiera cuando se dan en un marco republicano. Y no me parece una mujer comprometida con los cambios democráticos en profundidad que necesita el capitalismo. Pero Trump reúne y resume casi todo lo que odio: patán mentiroso, defensor de la violencia, hijo del dinero excesivo, ignorante, maleducado, irrespetuoso con los derechos ajenos...

COMO CON RAJOY

Lo desprecio, aunque mi problema real son los millones de norteamericanos que lo avalan. Deben parecérsele, como pasa aquí con quienes votan a Rajoy pese a la corrupción. Aseguran que si en EEUU solo votasen los hombres o solo los blancos ganaría él. ¿Cómo puede ser? Me temo que estemos volviendo a los EEUU que despreciaba globalmente por ignorancia en mi juventud, cuando Kissinger ayudaba desde Washington a matar latinoamericanos que defendían con excesivo entusiasmo la reforma agraria, con la diferencia de que hoy mi resentimiento es solo contra la mitad de su población pero ya por conocimiento.

Los legalistas dicen que no hace falta que votemos, que los norteamericanos ya nos representan al pasar por la urna. Está de moda ensalzar las elecciones indirectas (el actual Felipe González incluso teoriza sobre su conveniencia), pero para las cosas importantes prefiero que podamos pronunciarnos sin intermediarios. Porque esos intermediarios que a veces nos representan mal hacen entonces cosas sobre las que siempre diré: «No en mi nombre».