Editorial
Tres semanas con los Pujol
El final de las tres largas sesiones de comparecencia en el Parlament de la familia Pujol-Ferrusola no ha aclarado prácticamente nada sobre el origen y la evolución del enriquecimiento general del clan, pero sí que ha dejado dos conclusiones extendidas entre los ciudadanos. El barómetro de GESOP publicado el pasado lunes indicaba que una abrumadora mayoría cree que la familia utilizó la Generalitat para enriquecerse, y tiene la convicción de que la comisión parlamentaria no logrará esclarecer el origen de la fortuna. Existe pues la duda de si el trabajo parlamentario ha servido de algo. Pero a la luz del resultado, que sin duda es mejorable en formato y preparación de algunos diputados, las largas horas de comparecencia han servido para constatar cómo toda una familia se ha cerrado en banda para seguir ocultando el origen de la fortuna -hoy encontrarán un extenso resumen en este mismo diario- y un modus operandi de connivencia entre intereses privados y decisiones públicas cuyo límite penal, eso sí, deberán establecer en cada caso los jueces, con sus potestades constitucionales y muchos más medios en sus manos.
Si Pujol padre pretendió desacreditar el trabajo parlamentario con el famoso «diuen, diuen, diuen», tres semanas después podemos concluir, entre los silencios y la exuberancia declaratoria del clan, que hay una forma de hacer las cosas que no queremos repetir. En nuestras manos está extraer conclusiones y mejorar el sistema; en la de los jueces, impartir justicia.
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