El epílogo

Transición 3.0

ALBERT SÁEZ

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La transición política española fue un encaje de bolillos. A nadie se le escapa que los partidarios de la ruptura y los impulsores de la reforma sortearon un campo de minas plagado de trampas mortales. Como dijo Shakespeare, bien está lo que bien acaba. Las generaciones que hemos vivido en democracia, disfrutado de las ventajas de ingresar en la UE y gozado de unos niveles homologables de libertad no tenemos derecho a juzgar las decisiones que se tomaron. Pero, desde este necesario respeto, también podemos empezar a pedir que algunas decisiones marcadas por la coyuntura de la transición sean revisadas en la era digital.

Asistimos estos días a algunos espectáculos esperpénticos en relación con las elecciones catalanas que nada tienen que ver con su propia dinámica, sino con la anquilosada ley electoral pactada en plena transición. Y conste que muchas de las absurdas medidas que continúan vigentes las impuso la izquierda antifranquista por miedo a que los poderes fácticos decantaran el voto hacia la derecha. Se prohibió, por ejemplo, publicar sondeos electorales durante los últimos días de la campaña. Una medida que, como se demuestra cada día, es fácilmente soslayable en tiempos de internet. También se dotó a la Junta Electoral de potestades especiales para tutelar a los medios audiovisuales, especialmente los públicos. Se temía que Suárez usara RTVE contra la oposición. Pero la pervivencia de esa norma proporcionó el espectáculo de ayer con un cara a cara prohibido por unos jueces en estado de excepción. ¿Qué habría pasado si después de prohibirse la emisión en TV-3

Montilla y Mas hubieran decidido batirse en el portal 3cat24?

La desafección

Cuando los partidos se lamentan de la creciente desafección de los ciudadanos, deberían pensar si parte de esa distancia no proviene de este tipo de leyes obsoletas tecnológicamente y socialmente. Y los que culpan solo a los políticos de esta situación también deberían reflexionar si vale la pena desgastarlos o animarlos a reformar sus formas de relación con unos votantes ya adultos.