Dos miradas

Traiciones

Emitimos «traiciones» y «sacrificios» y «deslealtades» como unos rayos que penetran en el alma del otro y que lo dejan marcado, lo reprueban sin piedad

Mensajes de Carles Puigdemont a Toni Comín

Mensajes de Carles Puigdemont a Toni Comín / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Tenemos palabras como traición, sacrificio y deslealtad encima de la mesa. Las usamos con un desatado enardecimiento. Son palabras que nacieron para ser dichas, proferidas, en momentos de exaltación. Nos queman en las manos. Las tenemos que dejar ir a toda velocidad porque, si no, las ampollas, en nuestra piel, serían llagas cuyo dolor no podríamos soportar. De eso se trata: de proyectar, de lanzar hacia adelante. Emitimos «traiciones» y «sacrificios» y «deslealtades» como unos rayos que penetran en el alma del otro y que lo dejan marcado, lo reprueban sin piedad. Palabras hechas para expandirse.

No estaría mal que en estos momentos de tensión nos refugiáramos en la lectura. De la traición, por ejemplo, un ensayo formidable de Avishai Margalit recién publicado por Arcàdia. El pensador judío dedica 400 páginas a hablar de la idea de traición, que está basada «en las relaciones humanas densas» y que es «una patología de la fraternidad». De hecho, para él, es el único «argumento humano básico», porque tanto la guerra como el amor, los otros grandes temas, acaban confluyendo en escenas donde habita la traición. Antes de adentrarnos en el barro de la inflamación, tal vez sería bueno que pensáramos, como hace el poeta Nathan Alterman, que «la opinión pública juzga la traición tan deprisa como un jeep que ha perdido los frenos». Contra la inmediatez, pues, pausa. Contra el sino, como dice Margalit, destino, que implica elección.