Un torneo antes llamado Copa Davis

Olvidémonos de todo lo que esta centenaria competición aportaba al tenis mundial

El equipo español que en abril ganó a Alemania en Valencia para clasificarse a semifinales.

El equipo español que en abril ganó a Alemania en Valencia para clasificarse a semifinales. / .44677525

Joan Carles Armengol

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es tan evidente que la Copa Davis necesitaba un completo lavado de cara, además del arreglo de bajos, chapa y pintura, como que el nuevo torneo que nacerá el año que viene auspiciado por el grupo inversor de Gerard Piqué no merecerá ese nombre.

No tendrá nada que ver con el trofeo más que centenario que creó en los albores del siglo XX el político y tenista Dwight Filley Davis para medir las habilidades tenísticas de los jugadores de Estados Unidos con los de las Islas Británicas. Davis aportó el empuje inicial y una ponchera -no ensaladera- en la que cada año, a partir de 1900, se iba inscribiendo el nombre del país campeón. Y así durante 118 años, forjando el prestigio de la única competición realmente relevante que se juega por países (además de la Copa Federación femenina) en vez de individualmente.

Hay mucha historia en todo ello, y mucho romanticismo también, algo que cotiza ahora a la baja. "He sido el primero que he dicho repetidamente que la Davis necesitaba algún tipo de reforma. Ahora bien, creo que la revolución planteada podría romper el ADN de la competición y acabar con un evento que ha ayudado a que este deporte se implante y crezca a nivel local y mundial", dijo el otro día Manolo Santana. "Solo deseo que los jugadores de todos los países puedan seguir viviendo, jugando por su país, las emociones que disfruté y que guardo como uno de los recuerdos tenísticos más preciados", aseguró Rod Laver (el único tenista con dos plenos de Grand Slam anuales). "No le llamemos Copa Davis, sino una transacción financiera, una cuestión de dinero", remachó un australiano más contemporáneo, Lleyton Hewitt.

Paparruchas, tonterías, sentimentalismos inútiles... se podría pensar. Pero olvidémonos de las emociones sin fin, de la piel de gallina, de pistas talismán, de estadios o plazas de toros llenos de pasión, de gestas y remontadas históricas... Olvidémonos de esa Davis que entre todos hicieron grande y unos cuantos mataron. Entre ellos, los propios tenistas superprofesionalizados que le dieron la espalda y se quejan de calendarios saturados mientras no paran de crear nuevos torneos muy bien dotados para llenar más sus repletas alforjas.