LA CLAVE

Yo también paro

El día después del 8-M empezará el verdadero camino para luchar para que las demandas de la calle lleguen al legislativo y no se queden en un eslogan

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Olga Grau

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El 8 de marzo del 2018 pasará a la historia. El movimiento feminista, que es la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, ha logrado durante los últimos meses algo que parecía muy lejano. A partir de las denuncias de las mujeres de Hollywood por acoso sexual, se ha abierto el foco para dar luz sobre la discriminación que la mujer sufre en silencio en todos los ámbitos. 

El 8-M del 2018 será distinto. Las reivindicaciones, denunciadas en este periódico de manera recurrente, no son nuevas. A las mujeres nos matan por ser mujeres, nos acosan según las estadísticas más de una vez a lo largo de la vida, nos violan y acabamos siendo las culpables de haber sido agredidas, cobramos menos que los hombres por el mismo trabajo, no estamos presentes en las cúpulas y en los consejos de administración de empresas, universidades, judicatura e instituciones de manera proporcional y asumimos casi en exclusiva todas las cargas del cuidado de hijos y mayores.

Todo esto no es nuevo. Pero por primera vez hay consenso internacional en que ¡ya basta!. Y por primera vez hay un apoyo transversal de feministas, plataformas cívicas, sindicatos y organizaciones para hacer un paro que refleje que, cuando las mujeres paramos, el mundo también se para. En las últimas semanas, resulta emocionante ver como féminas de todos los colectivos se organizan para salir a la calle con una única voz sin ninguna connotación política.

Las mujeres periodistas también nos movilizamos porque seguimos sufriendo discriminación en los medios con una escasa presencia en los cargos de dirección donde se deciden los enfoques de las informaciones. La mirada con la que se relata la realidad debe ser diversa y debe incluir a hombres y mujeres porque es la única manera de reflejar lo que verdaderamente ocurre sin sesgos machistas.

El 8-M recuerda hoy a las grandes manifestaciones de las sufragistas por el derecho a voto. Pero al día siguiente, después de la resaca de la huelga, todas volveremos al día a día. Entonces empezará el verdadero camino para luchar para que las demandas de la calle lleguen al legislativo y no se queden en un eslogan. La igualdad no es un lujo, es un derecho. Y por ese derecho, yo también paro.