CRÓNICA DESDE LONDRES

Sobras para el pobre y menú de lujo para el gato

Comida frugal en un parque.

Comida frugal en un parque.

BEGOÑA Arce

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Cae la noche y las tiendas de sándwiches de Covent Garden están echando el cierre. La jornada ha terminado y los dependientes limpian bandejas y vitrinas. Su última tarea es tirar a la basura toda la mercancía que no se ha vendido. Nada se guarda para el día siguiente. Quienes pagan a la hora del almuerzo entre tres y seis euros al cambio por un emparedado exigen productos frescos.

Fuera, en la calle, un grupo, casi todos hombres, aguarda. Apenas el empleado saca las bolsas de plástico a la acera, los que esperaban se abalanzan a recogerlas. Rápidamente las abren y se reparten la comida. Unos desaparecen con los alimentos. Otros devoran allí mismo algo de lo que han pillado.

Los británicos vieron esas imágenes en televisión el otro día y cualquiera que pase por algún punto céntrico, como Charing Cross o Holborn, puede comprobar en vivo y en directo como funciona este humillante sistema de reciclado.

Cientos de personas, la mayoría sin un techo bajo el que vivir, están comiendo regularmente gracias a las sándwiches que rescatan de la basura. Quienes así sobreviven son ingleses o inmigrantes de los países del Este que se han quedado sin trabajo ni recursos y en algunos casos, con una familia que alimentar.

El paro ha empezado a castigar a los más débiles, pero también a las familias de clase media. Una organización caritativa, The Trusell Trust, ha creado «un banco de comida para combatir el hambre escondido en el Reino Unido», según reza su campaña. Un hambre que en muchos hogares, hasta hace poco relativamente acomodados, se oculta por pura vergüenza.

Hogares necesitados

La oenegé cifra en más de 12 millones las personas que en el Reino Unido viven en la pobreza. Muchas de ellas tienen problemas para encontrar algo que llevarse a la boca.

La organización recoge donativos en los supermercados y envía paquetes de comida, con productos básicos y nutritivos, a los hogares británicos necesitados. De momento, la oenegé alimenta a más de 40.000 personas y la demanda está aumentando a medida que se van suprimiendo las ayudas estatales.

Paradójicamente, en plena crisis económica, hay un sector de la alimentación que vive un auténtico

boom. Los fabricantes de «menús gourmet» para gatos se están relamiendo de gusto.

Las ventas de las comidas de lujo para felinos de la firma Purina, una de las más potentes en el mercado, subieron un 5% el pasado año. Las latas de suculentas tiras de carne con gelatina, mousse de salmón o el combinado de buey y pollo, son algunas de las especialidades más solicitadas.

Al parecer, entre los ocho millones de propietarios de gatos que hay en el Reino Unido, existe la tendencia a comprar una lata sibarítica para el minino los días en que ellos disfrutan de una comida excepcional. ¿Y qué comerán los gatos de los hogares pobres? ¿Los restos de algún sándwich revenido? Incluso en el reino de los animales de compañía, siempre ha habido clases.