Dos miradas

Sin razón

Es inaudito e irresponsable que la Generalitat cambie en mitad del partido las normas sobre la elección de las asignaturas que cuentan para la selectividad

Estudiantes en el examen de selectividad celebrado en la Universidad de Zaragoza el pasado septiembre.

Estudiantes en el examen de selectividad celebrado en la Universidad de Zaragoza el pasado septiembre.

EMMA RIVEROLA

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La capacidad para hacer las cosas mal de un modo innecesario es infinita. La última muestra son los cambios recién anunciados en las pruebas de selectividad. Si hay un curso complicado para cualquier estudiante que desee ingresar en la universidad es el de segundo de bachillerato. ¿Conseguiré una buena nota de curso? ¿Me irá bien la selectividad? ¿Alcanzaré la nota de corte para estudiar la carrera que quiero? Los nervios a flor de piel. Y, aunque la vida enseña que nada es definitivo, es evidente que se trata de un momento crucial en la vida del estudiante.

Ahora, al nerviosismo y a la presión se les ha añadido un tercer elemento inaudito e irresponsable: el cambio de las normas de juego en mitad del partido. La Secretaria d’Universitats i Recerca de la Generalitat acaba de anunciar unos cambios en la elección de las asignaturas para la selectividad que ha despertado la alarma (y la desesperación) en muchos alumnos. Algunos, a cuatro meses de la prueba, acaban de descubrir que deben presentarse a una asignatura que hasta ahora no era obligatoria o que no han cursado ninguna de las materias que les permitirán subir nota, requisito imprescindible para acceder a algunas carreras. Es lamentable, impresentable, que una decisión como esta se haya comunicado a mitad de curso. ¿Desidia? ¿Incompetencia? ¿O algo peor? Sea lo que sea, es evidente que ni la razón ni la defensa del estudiante ni el sentido común entraron en la ecuación.