Al contrataque

Septiembre, sin culpa

ANTÓN LOSADA

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El fin del verano siempre es triste y septiembre carga con la culpa. Se acaba que no te apriete la ropa, andar sin reloj, comer aquello que te da la gana cuando te da la gana o dormir hasta la hora de volver a acostarse y el pobre septiembre se lleva la mala fama de regresar a la rutina, a los horarios, a las dietas, a los semáforos, a los coleccionables absurdos y las enciclopedias inverosímiles anunciadas en la televisión. Pero aunque no lo parezca, septiembre es inocente, como los niños que deben volver al colegio; su único error es estar en el sitio equivocado.

Se acaba este verano del 2014 que hemos vivido como cuando éramos ricos. Aquí solo había buenas noticias. Donde tenían realmente problemas era en el extranjero. En España ha vuelto al brillar el sol y han vuelto con más fuerza que nunca el turismo, las fiestas populares, las bajadas de impuestos y las plusmarcas económicas y deportivas asombrosas. El paro, la desigualdad, la deuda, la pobreza o los recortes sociales parecían problemas que tenían en Francia o en Italia. Nosotros estábamos comiendo queso de Arzúa y arreglando el nuevo orden mundial con Angela Merkel.

Pero ha llegado septiembre y ya lo ha empezado a estropear todo. En The Economist, por ejemplo, se olvidan de Mariano Rajoy en la portada dedicada a los líderes europeos y junto a nuestra Angela retratan a líderes de medio pelo como François Hollande Matteo Renzi, el primer ministro italiano que quería a su ministra al frente de la diplomacia europea y lo ha conseguido. Lo de De Guindos, que parecía estar hecho entre abrazo y abrazo al apóstol Santiago, aún no toca y aún lo están peinando. Todo va tan bien que deberemos recortar otros 40.000 millones de euros en nuestras políticas sociales durante los próximos tres años de esa recuperación que ha venido para quedarse.

Aforados y alcaldes

Aunque no todo son malas noticias. Parece que al fin van a arreglar como les conviene dos problemas que no dejaban dormir a millones de españoles y sumían al país en la angustia: el número de aforados y la elección del alcalde que nos va subir el IBI.

Aunque tampoco sea culpa suya septiembre es el mes de las facturas. Vienen de golpe los libros de los niños, los chandales y los uniformes, la ropa de invierno, la luz, el gas, los cargos en la tarjeta de crédito de aquella compra o aquella cena en una terraza que en agosto parecían tan buenas ideas. Los vecinos de Barcelona y media España con costa también han constatado este verano que ya no pueden más con el turismo de borrachera que viene aquí a beber y a mear low cost. Los demás vamos a comprobar ahora qué tal se puede vivir con un crecimiento económico de borrachera, donde únicamente hay trabajo si sale muy barato y cada día alguien se mea en nuestros derechos.