INTANGIBLES

Seis meses buenos sin ministros

JESÚS RIVASÉS

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Un jerifalte del Ibex, con el resultado electoral todavía calentito, mientras respiraba por el traspiés de Podemos, decía con algo de sorna: "Hemos vivido seis meses muy buenos sin ministros". El empresario aludía a que el periodo de interinidad político había hecho que el Gobierno no interfiriera, prácticamente en nada, en el día a día de bancos y empresas. En España, los grandes banqueros y empresarios, para lo bueno y lo malo, están acostumbrados a lidiar con el Gobierno de turno del que unas veces obtienen premios y otras se ganan castigos. Ahora, pasado ese recreo de seis meses, banqueros y empresarios, como tantos otros españoles, quieren un Gobierno y temen que, lo que parecía muy claro la noche electoral -un Gobierno del PP con distintos apoyos- empiece a no estarlo tanto. Rajoy y Sánchez no se entienden ni se entenderán y hay nervios. El prolongado silencio del líder del PSOE, que ha hablado con muchos en la trastienda, preocupa. La forma de ser de Rajoy y su manejo de los tiempos desquicia a muchos, mientras que la actitud de Rivera descoloca a no pocos. El fantasma de unas terceras elecciones ya ha aparecido encima de la mesa. En teoría, sólo beneficiarían al PP, pero también Pablo Iglesias confiaba en la repetición de junio para el sorpasso y el susto se lo llevó él.

Las opciones de Sánchez son mínimas, pero hay quién le recuerda que un resultado de izquierdas y nacionalista/independentista -es decir, anti PP- arroja la aritmética parlamentaria. Toda una tentación que, claro, también puede conducir al desastre. Los socialistas y toda la izquierda, en cualquier caso, preparan un infierno de legislatura para Rajoy si logra la investidura sin un acuerdo de Gobierno muy improbable. La economía va bien. El PIB incluso puede llegar a crecer casi un 3% este año, pero al mismo tiempo hay mucho trabajo pendiente. La reducción del déficit está ahí como la gran espada de Damocles. Hay, por lo menos, 8.000 millones que ajustar en juego. En la práctica, apenas representa un 1,7% del gasto total de las Administraciones Públicas, pero si no se hace con habilidad puede enervar muchos ánimos y facilitar que otros, como ya tienen previsto, tomar las calles. Cualquier excusa será buena y puede haber muchas, desde cualquier ajuste a una nueva reforma -inevitable- de las pensiones. Puede haber otras formas de cuadrar las cuentas y evitarlo, pero hay que ponerse a ello y nadie cosechará aplausos, pero quizá pueda evitar broncas. Sin ir más lejos, el gasto corriente y administrativo ha crecido el último año un 6% y eso es bastante dinero.

Cuentan, sin dar detalles, claro, que Obama pidió a Rajoy, Sánchez y Rivera que alumbraran pronto un Gobierno, aunque lo que sí dijo el presidente americano fue que él tenía sus propios asuntos pendientes en su país.