Al contrataque
Salomón y la libertad de voto
Antonio Franco
Periodista
ANTONIO FRANCO
¿Cómo se resuelve un problema insoluble? Quizá lo mejor es renunciar a una solución ideal y buscar una respuesta que sin ser perfecta sea por lo menos la más lógica atendiendo a las circunstancias. El PSOE no va por ahí. Continúa dándole vueltas a abstenerse en bloque a través del ordeno y mando (léase disciplina de voto), desoyendo la voluntad mayoritaria de sus militantes, y solo busca cómo hacerlo sin que se le enfaden definitivamente.
Como segunda alternativa el actual poder fáctico del partido baraja la abstención técnica de 11 diputados. Eso de la 'abstención técnica' no es particularmente honroso: 11 señorías entrarían en la sala de plenos y los demás se quedarían en el lavabo o el bar mientras aquellos ayudan a investir a Rajoy.
Lo que hasta este momento no se debate abiertamente es la libertad de voto o el voto en conciencia, pese a que ya dan la cara más de 11 'susanistas' o 'filosusanistas' que confiesan estar a favor de la abstención. Ellos aplazarían un cierto tiempo las próximas elecciones y garantizarían la llamada «gobernabilidad de España» (una forma como otra cualquiera de denominar la continuidad de los más que sospechosos de corrupción y de consentir prácticas antidemocráticas como las de Jorge Fernández Díaz).
Llama la atención que no se opte por esta salida salomónica. Contentaría a los que, como el PSC, se reafirman en el 'no', y salvaría el honor (el voto en conciencia siempre lo hace) a los abstencionistas. Llama tanto la atención que barrunto que aunque el 'susanismo' hable ahora de acabar con los bandos (una vez el suyo se ha hecho con las riendas) quizá cara a las primarias quiera que la militancia vea a Pedro Sánchez votando esa abstención en la que no cree.
Debe gustar mucho forzar esa mano. Porque ese «hay que obedecer» podría ser el nuevo punto de partida para que en el PSC, previsiblemente castigado por no abjurar de su coherencia, se reabran discusiones sobre si sería mejor ser simplemente primos y no hermanos del PSOE, o recuperar grupo propio en el Congreso, o blindarse mejor, como partido independiente catalán, ante la intención de Ada Colau de federar las fuerzas de izquierda catalanas.
EL CHANTAJE
Hay una cuestión táctica que invita a la sonrisa. Javier Fernández y su gestora venden que lo mejor de la abstención es que luego el PSOE podrá presionar, junto al resto de la oposición, a un Gobierno del PP en minoría, obligándole a hacer reformas. Sonrío por experiencia. Todos sabemos (menos quizá esa gestora) que tras la investidura el PP chantajeará continuamente a la oposición (amenazando con disolver el Parlamento para ir hacia la mayoría absoluta) si no pasa por sus horcas caudinas. ¿O es que no conocemos al PP?
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