La rueda

El registrador y la abogada del Estado

ENRIC MARÍN

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Hay imágenes que tienen la virtud de expresar el sentido de situaciones complejas con más eficacia que cualquier análisis periodístico. Estos últimos días el Gobierno central nos ha proporcionado dos muestras antológicas. La más patética fue la comparecencia de la ministra Mato a raíz de la alerta sanitaria provocada por el primer caso de ébola en Europa. La inseguridad y la expresión facial de espanto de la ministra fueron el mejor resumen del desconcierto y la incompetencia del Gobierno liderado por Rajoy. La otra imagen fue el lapsus del propio Rajoy cuando afirmó que no podía, pero que sobre todo no quería, autorizar la consulta no referendaria del 9-N. La contundencia retórica con la que Rajoy acompaña sus declaraciones en relación al proceso soberanista es directamente proporcional a su impostura. Al fin y al cabo, fue él quien lideró la demagógica campaña contra el Estatut, recogiendo millones de firmas por toda España. Es él quien no está exento de culpa.

Ya he expresado la idea de que el contencioso entre el Estado y el soberanismo catalán se puede entender como una partida de ajedrez. Pues bien, Rajoy ya ha perdido el movimiento relacionado con el 9-N. Ha movido pieza como si se tratara del movimiento previo al jaque mate. Y no. La partida no estaba en esta situación. La partida es más larga y después del 9-N la disposición de las piezas de Rajoy será más defensiva y precaria. Y su imagen en Catalunya y en el mundo todavía estará más deteriorada. Actualmente, algunos de los representantes más lúcidos de las élites económicas y mediáticas españolas ya empiezan a estar asustados viendo la chapuza política demostrada desde el Gobierno central por un registrador de la propiedad de aires provincianos y una abogada de Estado con expresión de maestra altiva y marimandona.