Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

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Un Quijote inverso

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Tengo un compañero de trabajo que ha perdido la cabeza. Me preocupa mucho. Estaba normal, con sus cosas, pero razonablemente bien. El problema es que, de tanto leer el 'Quijote', ha enloquecido.

Para que se hagan una idea, les diré que su novia es guapísima, tendrían que verla, pero él, en su sinrazón, la imagina espantosa como Dulcinea del Toboso. Es un hombre adinerado, porque le ha ido de maravilla en su profesión. Hace hípica y tiene un caballo magnífico, un pura sangre robusto y con aspecto aristocrático que él imagina delgado y sin fuerzas como 'Rocinante'.

La gente siempre lo ha tomado en serio, muchísimo, de verdad, aunque él está convencido de ser la risa de todo el mundo. Me contó el otro día sus preocupaciones y yo no podía creerlo. «¡Pero si eres la envidia de tus compañeros de trabajo!», le solté para animarle y porque es absolutamente cierto. De nada me sirvió decírselo. Él está empeñado en ser un pobre hombre, ridículo y desgarbado.

A pesar de que a mí no me gusta el baloncesto, fui con él el sábado pasado para acompañarle. Jugaba su equipo favorito y estaba tremendamente emocionado. Cuando aquellos hombres gigantes empezaron a jugar, él me decía que eran molinos de viento. «¡No son molinos, amigo mío, son gigantes!». Él, mirándome con ojos perdidos, me respondió: «Los gigantes no existen. Estás loco. Son simplemente molinos. ¡Mira como mueven sus aspas!».

Le insistí para que saliera de su error, pero ya no hay nada que hacer. Se ha convertido en un Quijote al revés. Todo lo que hace es objetivamente magnífico. Su trabajo es admirado y respetado, pero él se hunde en la tristeza creyendo que todo le sale fatal.

Le he aconsejado que deje de leer a Cervantes, porque se le va a atrofiar la sesera. Sé que nunca seguirá mi consejo, porque ama las historias de ese hombre delgado y no puede evitar devorar sus desventuras a todas horas.

Su novia ya no puede más. Hay que entenderla también. Está empezando a sentirse insegura. «¿Verdad que soy guapa?», me preguntó hace dos semanas. «Eres guapísima», le respondí con total sinceridad. «Pero mi novio dice que soy una sucia desdentada mal vestida y una, pues claro, termina dudando de todo».

Y ha pasado lo que tenía que pasar. Juro que no lo he provocado yo, pero por el roce, por lo que sea, ella y yo hemos empezado a vernos a escondidas. Su Quijote inverso no sabe nada y lo he escrito aquí porque sé que jamás se va a enterar. No lee nunca periódicos; solo las historias de Alonso Quijano.

Así que tened cuidado si queréis leer el 'Quijote' este verano.