¿A qué juegan?
Mariano Rajoy se ha ido de puente seguro de que, o es presidente, o anticipa unas elecciones donde tiene mucho que ganar y poco que perder
Antón Losada
Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela
ANTÓN LOSADA
La diferencia más clara arrojada por los resultados del 20-D reside en que, mientras en la derecha se resolvió con claridad el aparente pulso existente por el liderazgo, en la izquierda lejos de apagarse parece haberse avivado aún más.
El Partido Popular ganó sobradamente en su espacio y mantuvo a Ciudadanos dentro de la distancia de seguridad de una fuerza que podría servir de apoyo, de refugio o de ambas cosas. En la izquierda la ventaja socialista salvó el desastre que pintaban los primeros sondeos, pero ha sembrado entre las filas de Podemos la certeza de que a lo mejor aún no se pueden asaltar los cielos, pero Ferraz cae seguro.
Ahora que circulamos por la fase de las negociaciones para conformar gobierno, y el inminencia de nuevas elecciones en Catalunya alarga los tiempos, los efectos de esta diferencia se perciben con más claridad. La derecha lo tiene claro, la izquierda no tanto. La derecha compite por gobernar. La izquierda pelea por definir quién tiene la supremacía en su espacio. Aunque parezca que juegan a lo mismo son diferentes partidas.
Todo parece en orden entre las filas conservadoras. Ciudadanos está a lo que se le diga temerosos de haber perdido su oportunidad. Mariano Rajoy se ha ido de puente seguro de que, o es presidente, o anticipa unas elecciones donde tiene mucho que ganar y poco que perder. Entre ellos no existen problemas de programa, ni líneas rojas. Todo es paz y estabilidad. Hasta el mítico eje nueva-vieja política que venía para quedarse parece ya un recuerdo del pasado, como el 'meyba' de Fraga en Palomares o el Naranjito de España-82.
La historia del 'Titanic'
En la izquierda, en cambio, cada día se rompe algo. Dentro del PSOE una parte se muestra convencida de que, o gobierna, o muere a manos de los suyos o los de Podemos; otra parte entiende que si gobiernan están muertos, a manos de los suyos o de sus socios de Podemos. Su problema no reside en ganarle al PP sino en derrotar a Podemos. Tras meses de advertir que el PSOE iba rumbo a repetir la historia del 'Titanic' pareciera como si, por fin, se hubieran decidido a hundirlo, ignorando que cambiar al capitán cuando ya había chocado con el iceberg no habría evitado la catástrofe.
El objetivo de superar a los socialistas mantiene unidos a Podemos y unos socios gallegos, valencianos o catalanes que, con razón, no creen tener más deudas que esa con Iglesias y los suyos. Luego ya se verá. Todos creen firmemente que una nueva cita electoral les dará la semana de campaña y el debate que les faltaron para superar a los de la rosa.
La mayoría de Podemos no quiere un acuerdo y parte de los socialistas tampoco, así que todo son y serán líneas rojas y ultimátums. Si se anticipan las elecciones solo la derecha se presentará para gobernar, la izquierda para ver quién gana.
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