Primeros pasos en la Generalitat

Prioridades y efectismos

El Govern de Mas muestra excesivas ganas de desmarcarse del tripartito con rectificaciones dudosas

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ANTONIO FRANCO

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La cuestión está en el aire, ahí donde se hallaba la pelota de tenis deMatch Point al tocar la parte superior de la red cuando aún no se sabía de qué lado caería. De momento el nuevo Govern nos da pistas contradictorias respecto a si tendremos en Catalunya una legislatura mirando hacia adelante o la repetición de las gastadísimas prácticas que tan hartos tienen a los ciudadanos. Hay indicios de las dos cosas. Por un lado, un discurso general bastante prudente delpresident Artur Masque parece destinado a inculcar realismo sobre la crisis económica y a la necesidad de aceptar sacrificios, así como unos primeros pasos en dirección a suavizar la relación con el resto de España sin dejar de reflejar que esta tiene deudas políticas y financieras que nos han desequilibrado. Pero, por otro lado, también surgen del Govern pulsiones puntuales derivadas de lo dicho por CiU con partidismo y populismo cuando estaba en la oposición y durante la campaña electoral.

Hasta ahora, es lo más preocupante del nuevo Govern, que da la sensación de estar excesivamente prisionero de lo dicho por CiU en la oposición y en la campaña electoral. No soy de quienes creen que cuando se llega al poder hay derecho a olvidar las promesas, pero lo importante es fijar la prioridad de lo trascendente y dejar para más adelante las propuestas populistas secundarias de dudosa eficacia.

Arrancar la legislatura convirtiendo en tema estrella la supresión de los 80 kilómetros por hora genera perplejidad. Máxime cuando no hay una idea alternativa clara, y cuando muchos expertos insisten en que la siniestralidad grave se ha reducido de forma manifiesta en el tráfico del área de Barcelona y la contaminación, aunque haya descendido menos de lo previsto, rebasa todos los límites fijados por la Unión Europea. Hemos perdido una norma fácil de aprender, que daba resultado y empezaba a ser digerida por los conductores, y se establece otra -la de que cada tramo tiene su regla-que no logra enmascarar, porque de hecho lo mantiene, la validez del principio de que en la proximidad de la capital catalana el tráfico funciona mejor con la limitación. ¡Por lo menos que no vuelva a crecer la cifra de muertos! Y en esa misma dirección, a ver si logramos que no se nos incremente el número de incidencias y denuncias por lo que suceda dentro de las comisarías de los mossos tras abolir su código ético y anunciar que se sustituirá por cuatro generalidades. Y que no tengamos que reemprender un despliegue de ordenadores en las escuelas tras el frenazo actual. Y que no…

Hay otra cuestión más delicada, de fondo, que permitirá saber si lo que tendremos en la Generalitat después de las vacilaciones y los errores formales del tripartito es una manera renovada de hacer política o el regreso a viejas prácticas desacreditadas. Lo veremos pronto porque el calendario es paradójico: la lentitud de la justicia hace coincidir el regreso al poder de los convergentes con la tramitación judicial para aclarar su financiación irregular cuando gobernaban. Las anotaciones deMillet sobre su condición de intermediario en las comisiones pagadas por las empresas a las que el Govern dePujol adjudicaba obra pública, con Ferrovial pillada in fraganti, han dado pie a un primer gesto de interferencia política de la Generalitat. El tema de la financiación ilícita de los partidos es viejo y gastado, y también aburrido, pero este caso -al contrario de lo que sucedió con Filesa, el escándalo de los socialistas- aún no ha sido juzgado.Masva a tener que poner a prueba su seriedad dejando que se aclare lo sucedido, que se llegue a la posibilidad de que se restituya ese dinero público, y que se delimiten las responsabilidades.

El papel deMas va a ser fundamental. En esta hora en que el índice de paro es el que es, cuando hay tantas persianas bajadas delante de lo que eran pequeñas empresas, en el momento en que las multinacionales piden que la gente acepte trabajar más por lo mismo o trabajar lo mismo por menos, rodeados de la convicción de que los funcionarios no podrán cobrar si no se emite más deuda pública, y con la noticia de que el petróleo ya va a 100 dólares el barril, todos los tijeretazos anunciados por elpresident reflejan temple y están bien. Pero lo que luego hemos visto, su traducción en el número de sueldos de altos cargos, parece menos, parece insuficiente. Y las concesiones a la galería, excesivas. Una vez está confirmado que el peor agujero lo tenemos en la sanidad, todo lo que se dice, huyendo de un copago proporcional a los recursos de cada usuario, es simpático, pero ilógico. Hay debates que deben encararse sin demoras por incómodos que sean.

En esa línea, reconvertir el lenguaje para llamar renovación del pacto fiscal a lo que ganó votos presentándose como un concierto económico expresa buena voluntad, pero no simplifica nada el problema de querer reabrir la financiación autonómica que acaba de pactarse, en vez de plantear con firmeza el cobro de las deudas impagadas o aclarar los criterios sobre los servicios que ahora y aquí han de pagar el Estado, la comunidad autónoma y el ayuntamiento.

Periodista.