Análisis
El presupuesto mágico
Mariano Rajoy arrancó su campaña electoral anunciándonos el final de las penurias y de todo sufrimiento
Antón Losada
Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela
ANTÓN LOSADA
La campaña electoral ha comenzado y su primer acto se ha celebrado en el Palacio de la Moncloa. Aún no está claro si ha comparecido el presidente del Gobierno para valorar el curso político o solo el director de campaña del Partido Popular para ofrecer un briefing.
A Mariano Rajoy le han dicho tantas veces que los ciudadanos no perciben esa recuperación económica de la que tanto nos habla que finalmente ha decidido hacer algo al respecto. Alguien en Moncloa ha encontrado la solución definitiva para que, por fin, los españoles veamos la recuperación aunque no la sintamos: pintarnos un gráfico, o dos, o los que haga falta.
El papel y el PowerPoint lo aguantan todo. La crisis y las raíces vigorosas ya son historia. Todo va tan bien que ahora ya hemos entrado en un círculo virtuoso de más crecimiento, más empleo, más ingresos y menos impuestos donde toda la virtud se concentra en el Partido Popular.
En el relato de las hazañas económicas del presidente Mariano Rajoy todo crece a ritmos que asombran al mundo, pero no se dice ni una palabra sobre el crecimiento asombroso de la precariedad, la pobreza y la desigualdad. El candidato Rajoy solamente habla de cosas bonitas, como subir las pensiones y el sueldo de los funcionarios, o bajar los impuestos y aumentar las becas.
Presupuesto mágico
Los recortes y la austeridad son historia. El presupuesto que los populares quieren aprobar en verano para ganar las elecciones en invierno, además de virtuoso, debe ser mágico. Únicamente una magia muy poderosa puede explicar que recortando aún más el gasto vayamos a tener más de todo y con tanta abundancia.
La corrupción también es historia, algo que ni merece la pena nombrar, como la trama Púnica. Todo cuanto no le gusta o no conviene a su balance triunfal es pasado y a Mariano Rajoy solo le interesa el futuro, como a Woody Allen, porque allí piensa pasar el resto de su vida, o al menos cuatro años más en la Moncloa.
El resto del mensaje marianista se resume en una frase: todo cuanto no sea un gobierno del Partido Popular representa una seria amenaza para ese futuro de prosperidad. España no se rompe y en Catalunya no va a haber elecciones plebiscitarias, pero podría romperse y podría haberlas si pierde el Partido Popular. Allí donde ha ganado, pero no gobierna porque los demás se han coaligado en su contra, todo va mal porque no manda el Partido Popular. España no es Grecia, pero podría serlo si no vuelve a ganar el PP. Y así hasta el infinito.
Mariano Rajoy arrancó su campaña electoral anunciándonos el final de las penurias y de todo sufrimiento. Si no nos equivocamos y votamos a quien debemos, en el futuro todo será gasto social, pensiones al alza y pagas extraordinarias devueltas. La decisión de nombrar a José Ignacio Wert embajador ante la OCDE para que los recién casados puedan reunirse en París, la ciudad del amor, con cargo al erario público debe entenderse como otra muestra del giro social que el Gobierno del PP busca imprimir a sus políticas. Una apuesta sin complejos por la conciliación entre la vida laboral y familiar.
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