APUNTES

Por favor, no vaya usted al teatro

JOSEP MARIA POU

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Nunca pensé que podría llegar a escribir esto. Ni a verbalizarlo, siquiera. Nunca pensé tener que llegar a hacer una petición como esta. Pero la hago: por favor, si es usted de los que no pueden prescindir del móvil, si es de los que necesitan ineludiblemente consultar sus llamadas y mensajes cada dos minutos cuarenta y cinco segundos, si es de los que viven con la angustia permanente de estar solo y espera que en algún momento suene la llamada redentora, si es usted, incluso, de los que no saben apagar, silenciar, enmudecer su teléfono porque se arman un lío con las teclas y la tecnología les es tan ajena como el ajonjolí, o si es de los que se pasan por el forro el respeto a los demás y le importan un pito los avisos, advertencias y recomendaciones al respecto, si pertenece usted a alguno de esos grupos de personas, por favor, se lo pido fervientemente, de rodillas, se lo suplico, se lo imploro con las manos juntas a la altura del pecho, no vaya usted al teatro. (Ni al cine, ni a la ópera, ni a los conciertos, ni a las conferencias; pero, en fin, eso que se lo pidan aquellos a quienes corresponda, yo me ocupo del teatro que es lo mío).

De verdad, no vaya al teatro. Porque lo va a pasar fatal. Y lo que es peor, muchísimo peor, nos lo va a hacer pasar fatal a los demás. De verdad, hágame caso. Yo respeto su libertad, faltaría más. Respeto la libertad de que cada uno haga con su móvil lo que le venga en gana: objeto de culto, artilugio imprescindible, el pan suyo de cada día, amigo con derecho a roce, amante experto (en modo vibrador) y hasta la biblia en verso. Lo respeto.

Pero respéteme usted a mí y a mi trabajo, respete usted a quienes queremos disfrutar de una de las ceremonias más antiguas de la historia de la humanidad, respete usted a quienes, desde el escenario, nos dejamos lo mejor de nosotros mismos construyendo cada noche, palabra a palabra, silencio a silencio, un castillo de emociones para que la historia contada (la historia vivida) llegue al público en la mejor de las condiciones, respete usted a quienes, desde el patio de butacas, acuerdan disponer su tiempo y sus voluntades para participar de la celebracion conjunta -público y actores en comunión- que es toda representación teatral, respétenos a nosotros como nosotros respetamos a sus interlocutores, no nos deje caer en la tentación de pegarle un guantazo a la tercera llamada y líbrenos de tonos y politonos, amén.