#MÁSDEMOCRACIA

Por un contrato de servicio público

"Necesitamos, sobre todo, mecanismos de control y de sanción efectivos que acaben con la imagen de impunidad"

Pleno del Parlament para votar la declaración soberanista.

Pleno del Parlament para votar la declaración soberanista. / periodico

LAIA BONET

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Hoy por hoy, pretender escribir sobre lacorrupción tiene un alto riesgo de caer en el saco de las buenas intenciones. Y eso, teniendo en cuenta las noticias que día tras día llenan las pantallas, las páginas y las frecuencias de los medios de comunicación, ya no solo choca con una ciudadanía desencantada, frustrada o desmoralizada sinoindignada y enfadada. Y con motivos.

Podrían enumerarse medidas y más medidas. Como la imprescindible ley de transparencia y acceso a la información. Una ley de la que no solo no disponemos todavía en Catalunya sino tampoco en España. Y este es un "mérito" que, de los 47 países pertenecientes alConsejo de Europa, tenemos el honor de compartir conAndorra, Chipre, Malta, Mónaco, Luxemburgo y San Marino.No hacen falta más explicaciones, creo. Es cierto: existen proyectos en tramitación, pero la tardanza y la lentitud exasperante con la que nos hemos permitido abordar estos debates los ha desgastado ya antes de nacer. ¿Llegaremos a tiempo? ¿Seremos lo suficientemente atrevidos para no abordar estos debates a la defensiva? ¿Seremos conscientes de las inercias en la cultura política y pública para poder establecer un imprescindible régimen sancionador? ¿Seremos lo suficientemente valientes para admitir que llegados a este punto, ningún organismo o institución pública o que perciba fondos públicos puede quedar al margen de sus obligaciones? No hay alternativa posible. Ninguna.

Podríamos hablar también de la urgente modificación del sistema de financiación de los partidos políticos sobre todo desde el punto de vista de su control (y de la visualización de este control). No es excusa afirmar que ya existen mecanismos suficientes cuando los informes delTribunal de Cuentasse emiten y publican con cinco años de retraso.

O podríamos abordar también uno de los problemas que yacen en la base del descrédito de nuestras instituciones: lalejanía de los ciudadanos respecto a sus representantes públicos debido al desconocimiento no solo de su actividad del día a día, sino también del grado de cumplimiento de los sus compromisos políticos y lo que es más grave, incluso de su identidad.

Una estructura de Estado sin levantar

Hablo de laley electoral, una "estructura de Estado" que, a pesar depender solo de las propias instituciones catalanas, hemos sido incapaces de construir en 32 años de democracia y de autogobierno, por cálculos cortoplacistas de carácter electoral.

Se ha agotado el tiempo. Y lacredibilidad. O entendemos que esta es una tarea que debemos asumir ahora --sin más demora, sin más discursos-- y todos los actores afectados, o las grietas acabarán por hacer caer el pesado edificio de la democracia. La ciudadanía no solo puede participar sino que debería hacerlo. Iniciativas como la presentada porChange.org, que he apoyado, reclamando la transparencia a los partidos políticos también son imprescindibles.

Compromisos de ejemplaridad

Necesitamos, en definitiva, un nuevo contrato de servicio público, una propuesta que permita recuperar la confianza perdida con las instituciones y los representantes públicos. Un contrato que incorpore compromisos de transparencia económica personal y colectiva, compromisos de calidad en el ejercicio de la alta función asignada a nuestros representantes y compromisos de ejemplaridad en la actividad política y pública. Y sobre todo: mecanismos de control y de sanción efectivos que acaben con la imagen de impunidad.

No es hora de contención, sino de radicalidad. No es hora de estar a la defensiva, sino de ser valientes. No es hora de negar la magnitud del problema sino de reconocerla bien para acertar las medidas. No es hora de seguir aplicando un estándar de exigencia diferente en función de si nos afecta a "nosotros" o los "otros". No es hora de protegerse detrás del principio --indiscutible, claro-- de la presunción de inocencia sino de confesar y depurar responsabilidades. Esta es la única cosa creíble y decente que puede hacer un responsable político vinculado directa o indirectamente a casos de corrupción. El resto son 'parole, parole, parole...'