EL AMFITEATRO
Poca ambición y falta de equilibrio en el Liceu
La nueva programación muy conservadora del teatro adolece de falta de proyecto
Grandes voces, más óperas, más representaciones, más presupuesto, entradas más baratas. La nueva temporada del Liceu recién presentada llega con estos anuncios de bonanza tan esperados. La crisis financiera del teatro va encarrilándose y esto es una buena noticia, pero un teatro de ópera que además es público tiene que hacer algo más que cuadrar las cuentas. La crisis de proyecto sigue ahí.
Vayamos por partes. Decir que la nueva temporada abarca desde la ópera barroca hasta la contemporánea es verdad. Sin embargo es una verdad que lleva a engaño. Entre una única obra barroca, el 'Teuzzone' de Antonio Vivaldi, con dos únicas interpretaciones y en versión de concierto, y una única ópera contemporanéa, 'Quartett', de Luca Francesconi, (poner a 'Elektra' en este elenco cuando tiene más de 100 años es hacer trampa), hay una concentración de títulos que podría ser el 'hit parade' de las óperas más conocidas, más comerciales.
La programación no solo es excesivamente conservadora, con la mirada puesta unicamente en llenar el aforo del teatro, es desequilibrada. Tiene poca justificación programar tres Mozart (la misma 'Die Zauberflötte'' que cerrará la presente temporada, 'Le nozze di Figaro' y 'Don Giovanni'), tres Verdi ('Macbeth', 'Rigoletto' y 'Il Trovatore') y dos Massenet ('Werther' y 'Thaïs', ésta última en versión concierto).
El resto, un Wagner ('Der Fliegende Höllander'), un Donizetti ('La fille du Régiment'), un Léhar (una única interpretación de 'La viuda alegre' en versión de concierto aunque no queda claro si será la opereta entera o solo extractos).
'Elektra', de Richard Strauss, herencia todavía de Joan Matabosch, en la puesta en escena del malogrado Patrice Chéreau y con el mismo elenco femenino que la estrenó en Aix en Provence en el 2013 (Evelyn Herlitzius, Adrianne Pieczonka y Waltraud Meier), bajo la dirección en esta ocasión de Josep Pons, es la ópera que sobresale del programa acomodaticio general.
También forma parte de este desequilibrio la ausencia total de una mirada a la ópera 'de casa', ya sea antigua o contemporánea. Con los fastos de la conemoración de 1714 se olvidó que aquel mismo año había nacido, precisamente en el Born, Domènec Terradellas, un compositor que triunfó en toda Europa. Ya sería hora recuperar algo de su música. Y en cuento a contemporáneos, tenemos por ejemplo a Héctor Parra con varias óperas estrenadas en diversos teatros de Europa. ¿Y por qué no encargar una obra a Joan Magrané, por poner un ejemplo?
Las voces anunciadas son realmente importantes. Además de las tres citadas están Mariusz Kwiecien, Carlos Álvarez, Leo Nucci, Javier Camarena o Piotr Beczala. Sin embargo, dada la plaga de cancelaciones vivida en la presente temporada, mas vale esperar y ver su presencia confirmada en el escenario.
De la presencia de Plácido Domingo que interpretará 'Thaïs' en concierto, me quedo con el tuit hecho por un operómano empedernido:
Es de agradecer que se quiera promocionar a la cantera de jóvenes voces locales. Ver en una ópera papeles secundarios o no tan secundarios interpretados por cantantes foráneos (seguramente su contrato forma parte de un paquete impuesto por los agentes) cuando aquí hay talento de sobra y lo que falta son oportunidades da mucha grima.
Si la próxima temporada es el anuncio de lo que va a ser el futuro del Liceu, hay que alarmarse. Más todavía cuando Joaquín Molins, presidente de la Fundación del teatro declara, por ejemplo: "El rigor autoimpuesto es lo que más nos permite poder hacer lo que queremos hacer", o bien: "Somos más dueños de lo que hacemos de lo que lo éramos hace dos años". O sea que este es el camino que se ha marcado el teatro.
El Liceu, conviene no olvidarlo, es un teatro público, y un teatro público, pagado con el dinero de los contribyentes, no es un teatro comercial que es lo que propone la próxima temporada. Debe ser trasmisor de cultura, no solo de espectáculo, y esto es lo que de momento no ofrece. Debe dar satisfacción a todos los gustos y fomentar la creación. Para ello se necesita un proyecto que vaya más allá de solo querer llenar el aforo. Y el proyecto, de momento, no se ve.
Según el teatro, la programación de la próxima temporada está centrada en tres líneas básicas: ambición, equilibrio y calidad. De ambición, poca; de equilibrio, menos, y de calidad, ya veremos.
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