La rueda

Paradojas del 'caso Millet'

JOAQUIM COLL

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Ante el caso más grave de corrupción sucedido nunca en Catalunya, el saqueo del Palau por parte de Millet y Montull, vivimos en el reino de la confusión. Sorprende que mientras estos están en libertad, los palos mediáticos recaen sobre el ayuntamiento por el polémico hotel, que ni ha sido construido ni ha costado un céntimo al contribuyente. La semana pasada los auditores designados por los respectivos colegios profesionales de secretarios, interventores, tesoreros, abogados y arquitectos entregaron su informe, donde afirman que la actuación de los servicios técnicos municipales fue correcta. Elogian el programa de participación ciudadana para encajar el hotel en el barrio, y critican la pobre justificación en la memoria de su interés público, pero no niegan que fuera así. Porque es el pleno municipal quien decide sobre el interés para la ciudad de cualquier proyecto, y en este caso, recordémoslo, ningún partido votó en contra. Solo la imputación preventiva por prevaricación que pesa sobre el concejal García-Bragado y su equipo explica que el hotel suscite tanta atención y sospecha cuando, en verdad, es tangencial en el caso Millet.

A la ciudadanía nos resulta incomprensible que tal latrocinio haya podido suceder a lo largo de tantos años. El prestigio de nuestras élites sociales ha quedado muy tocado, y también el de los supervisores políticos. Pero alimentar la tesis de una confabulación generalizada de todos los partidos y las administraciones con esos delincuentes confesos no solo es delirante sino que, además, creo, sirve a otro propósito: crear confusión, mucha confusión. Porque hay quien pretende que pase desapercibido lo que políticamente es gravísimo. Según revela el informe que la Agencia Tributaria entregó al juez Solaz, que sin prisas instruye la causa, Millet no solo robó muchos millones de euros en beneficio propio, sino también de Convergència actuando de comisionista entre diversas empresas adjudicatarias de la obra pública y dicho partido y su fundación. Mientras no se deslinde entre lo tangencial y lo sustancial del caso, seguiremos inmersos en un mar de paradojas.