Un nuevo pacto social

La mayoría de los acuerdos fracasan antes por las dinámicas internas de las partes que por la imposibilidad de alcanzar el objetivo final

El 'president' Carles Puigdemont y las diputadas de la CUP Mireia Boya y Anna Gabriel.

El 'president' Carles Puigdemont y las diputadas de la CUP Mireia Boya y Anna Gabriel.

Albert Sáez

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Los propios protagonistas no son suficientemente conscientes de ello, pero en el trasfondo de los acuerdos entre Junts pel Sí y la CUP hay los mimbres de lo que podría ser un nuevo pacto social en Catalunya. El objetivo de la independencia ha abierto el camino y la debilidad de estas formaciones en el área metropolitana lo hace insuficiente. Pero ahí está. Y lo que no consigue amasar la independencia, quizá lo logre unir el referéndum, dependerá de lo que pase en la cumbre que ha convocado la próxima semana el 'president' Puigdemont y a la que que acudirá también Ada Colau y lo que representa. Y también de cómo acabe la batalla entre el PSC y los sectores más conservadores del PSOE. En Catalunya hay los ingredientes para renovar algunos de los presupuestos de la Transición, circunstancia que todavía no se produce en España. 

Los pactos sociales que permiten alcanzar la estabilidad, la equidad y la cohesión social siempre suponen el acuerdo entre opuestos que se reconocen como interlocutores. Este tipo de dinámicas espanta a los sectarios, que viven del estraperlo surgido en las fronteras o los muros ideológicos. Muchos se extrañan de los acuerdos entre la CUP y Junts pel Sí mientras les parece lo más normal del mundo que Ada Colau con una mano intente clausurar las obras del templo de la Sagrada Família y con la otra salude al papa Francisco en una cumbre sobre los refugiados en Europa. Ada Colau tiene una gran inteligencia política al intentar alentar un pacto entre diferentes en igualdad de condiciones y Puigdemont la demuestra igualmente al entender que el momento actual no es para otro Majestic -un pacto exclusivamente de las elites- sino para otra Asamblea de Catalunya, aquella en la que el incipiente pujolismo supo que el signo de los tiempos obligaba a un gran acuerdo con el PSUC justo antes de la muerte de Franco.

Desgraciadamente, la mayoría de estos pactos fracasan antes por las dinámicas internas de las partes que por la imposibilidad de llegar a acuerdos. Los nervios corren estos días entre los núcleos liberales de la antigua CDC y los espacios antisistema de la CUP porque prefieren vivir como hasta ahora, en la zona de confort de la confrontación.