Las nubes no son gratis

Algunas noticias apresuradas. En Estados Unidos ya están preparando las elecciones presidenciales y sus responsables han anunciado que la televisión será la principal destinataria de su inversión publicitaria. Así, que el, según algunos, enfermo goza de una excelente salud. Netflix, el último año, ha aumentado su consumo un 87% y lleva camino de ocupar el primer lugar en número de horas visionadas dentro del sector audiovisual. Por lo que, al parecer, la distribución digital sí que se va imponiendo. Y esto trae consecuencias. En el Reino Unido, cada vez hay más hogares que se niegan a pagar un cánon por ver la televisión tradicional y la todopoderosa y ejemplar BBC ha informado  que va a reducir mil empleos en su plantilla para ahorrar en virtud de que los ingresos por dicho concepto han bajado en torno al 20%. Telemundo va a ser la primera cadena en EEUU que va a producir un informativo completo con smartphones y tabletas. En Suiza va a hacer lo mismo Leman Bleu, una televisión local. Sí, la televisión está bien, pero la digitalización está cambiando sus modos de distribución y producción, algo que afecta por igual a otros sectores, más allá del audiovisual .

En los últimos años, los comercios de las grandes ciudades han visto cómo sus ventas decrecían debido al aumento del comercio electrónico. A menos ventas, las ciudades  recaudan menos impuestos por el cierre de las tiendas. La ciudad de Chicago consciente del ello, se ha inventado un nuevo impuesto, lo han llamado Cloud Tax y afecta a los servicios de streaming de vídeo, audio y juegos, y se cobrará a cualquier servicio que utilize la nube o cloud computing. El impuesto fue aprobado el pasado mes de junio como si se tratara de una extensión del actual gravamen de entretenimiento que se cobra al ser cliente de los servicios de cable en la ciudad. A partir de ahora, Chicago añadirá a la cuota mensual de estos servicios de streaming un cargo adicional del 9%. Ya todo se mueve entre ellas, quizá por ello las nubes ya no son gratis, como tampoco lo es un quiosco en las Ramblas .

El digitalismo no solo está definiendo las pautas del nuevo horizonte audiovisual, sino también el socioeconómico y cómo es y será nuestra cultura. Y no todo son buenas noticias. Cuando apareció el Ipad, allá por enero del 2010, los editores del mundo lo recibieron alborozados ante la posibilidad de restablecer la experiencia de las revistas y poder utilizar el nuevo soporte y sus amplias capacidades de producción para competir contra sus oponentes en la web. Pero el último año las revistas digitales han logrado solamente una cuota del 3,5% de la circulación total de las revistas, lo que demuestra que hay medios tradicionales que aún no se han adaptado a internet o que los nuevos usuarios han encontrado en la red lenguajes que les son más afines, se distribuyan estos en quioscos o entre nubes.