Dos miradas

El Nobel, a Flaubert

JOSEP MARIA FONALLERAS

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El Nobel de Literatura es uno de los más absurdos de todos los premios Nobel, si exceptuamos el de la Paz, que es una broma que se da, de vez en cuando, a sanguinarios secretarios de Estado o a presidentes que no lo merecen por lo que han hecho, sino por lo que dicen que, quizá, harán. No hablo del resto, porque no sé apreciar si existen científicos más sabios que otros, o sabios que han realizado investigaciones con más trascendencia, pero, en cuanto a la literatura, que sé de qué va, me resulta difícil discernir si es mejor la obra dePeter Handkeo de Pynchon,deDoctorow,de Tabbuchi,deMagris oKundera.En cualquier caso, cada uno de ellos no es inferior aDario Fo,por decirlo sin ofender.

Establecida la absurdidad de este campeonato, escribo con todas las letras que me alegro del premio aMario Vargas Llosa.Por una razón básica: es un excelente narrador y un crítico extraordinario. Nadie debería atreverse a escribir una novela sin leer antesLa orgía perpetua, la declaración de amor deMVL aFlaubert.Tras leerMadame Bovarycon fruición, el peruano concluye: «Ya sabía qué escritor me habría gustado ser». El título del ensayo procede de una carta en la queFlaubertapunta: «El único medio de soportar la existencia es aturdirse en la literatura como en una orgía perpetua». YVargas Llosalogra crear los mecanismos (el estilo, el detalle, el tiempo y el lenguaje) para hacernos participar en una fiesta que nos convierte en más ebrios y más sabios.