La rueda

La nariz de Forcadell

Es poco serio que los independentistas y el Estado fíen su apuesta al error de la otra parte

Comparecencia de Carme Forcadell en el Parlament

Comparecencia de Carme Forcadell en el Parlament / periodico

JORDI MERCADER

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El primero que se equivoca, pierde. Es el juego de los errores al que están jugando el Parlament y el Estado español. El amago de desobediencia y la amenaza de inhabilitación son los dos últimos movimientos, sabiendo las dos partes que la ejecución de cualquiera de estas jugadas supondría una pérdida de posición muy perjudicial a los ojos de la opinión pública local e internacional. Peor aún, el encadenamiento de ambas podría provocar una situación de consecuencias incontrolables. Sorprendentemente, este es el escenario ideal para demasiada gente: jugárselo todo al azar de una reacción desproporcionada o precipitada del adversario; cualquier cosa antes que aceptar que sus obsesiones legalistas o sus hojas de ruta increíbles son insostenibles.

El reconocimiento de la casualidad y el azar como factores históricos se identifica con la nariz de Cleopatra, en honor de la influencia que pudo tener el deseo de la reina egipcia por Antonio en el desenlace de la batalla de Actium. Un miembro del Constitucional contrario a inhabilitar a Carme Forcadell puede ausentarse de la votación por un accidente doméstico y la presidenta del Parlament no poder asistir a su acto de rebeldía por una neumonía, pero puede no pasar nada de esto y convocarse una concentración de protesta con los nervios de algunos manifestantes y de la policía a flor de piel.

La apuesta de las dos partes del conflicto por la casualidad de una concatenación favorable de errores del adversario es poco seria, aunque la alternativa sea tan difícil y lenta como la negociación política. La coincidencia fortuita de acontecimientos, como la fiebre que impidió a Trotski mantener la pelea con Stalin, puede llegar a ser determinante para la historia de comprobarse su relevancia real, pero lo más habitual es que se convierta en un eximente de responsabilidades de los protagonistas, apelando estos en su defensa a la aleatoriedad de las circunstancias provocadas.