La rueda

El 'momento hooligan'

La ANC se ha convertido en el principal campo de batalla para ver quién manda en el universo independentista

La diputada de la CUP Anna Gabriel y el de Junts pel Sí Jordi Turull, en una reunión de la Junta de Portavoces del Parlament.

La diputada de la CUP Anna Gabriel y el de Junts pel Sí Jordi Turull, en una reunión de la Junta de Portavoces del Parlament. / periodico

JORDI MERCADER

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Una vez perdida la alegría del advenimiento irremediable de la independencia por arte de magia, la tristeza se ha apoderado del conglomerado de JxS. La falta de un liderazgo indiscutible y de un nuevo plan viable ha dejado la iniciativa a los sectores radicales. La CUP impone la renovación periódica del juramento de desobediencia por parte del Parlament con su discurso del pareado simple (sin desobediencia no hay independencia) y su estética aberzale en el Fossar; aparecen listas de malos catalanes  listas de malos catalanesy los lingüistas más puros declaran la guerra al bilingüismo bilingüismo, recuperando el concepto pujolista de la nación sustentada en el uso de la lengua: hablar catalán para ser catalán.

Puigdemont no ha logrado ser reconocido aún como el líder del movimiento, ni siquiera de su partido; ERC ha ocupado el gobierno en detrimento del aparato y ya ni sale a contradecir las declaraciones de moderación emitidas por CDC, y la ANC se ha convertido en el campo de batalla para dirimir quién manda en el universo independentista.

Tal es la magnitud de la duda que atenaza a los integrantes de JxS sobre qué hacer cuando se pierde la confianza en una desconexión de terciopelo, que hasta sus indisciplinados socios parlamentarios se ven capaces de hacerse con la Assemblea, aunque deberán contar con la colaboración de los militantes republicanos de la entidad. Las circunstancias creadas por el 27-S y la dificultad de gestionarlas por el gobierno de JxS han favorecido la toma del escenario por parte de los 'hooligans' para exhibir la cara menos amable de la revolución de las sonrisas.

Los romanos tenían un dicho para cada situación para ahorrarse pesadas descripciones. 'Post festum, pestum' nos decía los lunes don Rogelio, el profesor de latín, para recriminarnos la resaca dominical. Más tarde supimos que siempre nos birló la segunda parte de la frase: 'post coitum, tedium'. Así eran los Maristas.