A l menos nos queda Polònia
Ferran Monegal
Crítico de televisión
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Diez años de sátira política han dado como resultado una nueva formulación del Principio de Arquímedes: mientras toda TV-3 se hunde sumergida en el turbio fluido del descrédito y del servilismo partidista, cada jueves, y durante 30 minuto, gracias al sarcasmo de Polònia TV-3 recibe un puntual y milagroso empuje hacia arriba. ¡Ah! Es un prodigio. El mérito de esta cáustica troupe es enorme. El de su director material y espiritual, Toni Soler, más todavía. Siendo una criatura que ha declarado publicamente su cariño, su atracción, su militancia íntima, por la aventura del procés, ha sabido no obstante distanciarse en su trabajo creativo y mantenerse fiel al compromiso irrenunciable que todo humorista tiene con la sociedad que le circunda. Por limpieza mental y salud pública nada es sagrado o intocable en la esfera pública, todo merece ser pasado por la dentadura del sarcasmo lúcido. Los dientes de los polacos muerden en todas direcciones. Eso es lo que da fuerza y credibilidad a su universo satírico. Esta semana han hecho un sketch muy bueno con Esperanza Aguirre: la sacan con una katana haciéndose el harakiri, pero en realidad quien recibe el sablazo en las tripas es Rajoy, que acaba desangrandose sobre el felpudo. Está muy bien visto. Pero sería tramposo -además de ser una mezquindad comodísima- hincar el diente solo mirando hacia Madrid. Eso es lo que hacen en el resto de TV-3 todos los días. Lo bueno de los polacos es que nunca se olvidan de mirar hacia nosotros mismos. Poco antes de la katana de Aguirre nos dibujaron una reunión, en la Generalitat, del actual tripartit (Puigdemont-Junqueras-Gabriel). ¡Ah! Qué bien retratado, y resaltado, el patetismo que les envolvía. Curiosamente les estaban observando aquellos otros tres del primer tripartit, aquellos del Pacte del Tinell de 2003 (Maragall, Carod y Saura) y Carod, con gran cachondeo, decía: «¡Al seu costat nosaltres semblem grans estadistes!» y se partían de risa.
Esta bocanada de aire fresco de Polònia no limpia el enrarecido clima sectario que caracteriza a TV-3, pero al menos es un balón de oxígeno. Aunque solo sea durante media horita nos permite desintoxicarnos del turbio fluido. El otro día el diputado del PSC David Pérez, en la sesión de control del Parlament, lanzó una súplica a los trabajadores de TV-3: que impidan que se siga pervirtiendo la información transformándola en propaganda. No sabemos si esta oración tendrá efecto alguno.
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