La rueda

Las arenas movedizas del miedo

OLGA Merino

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Tendría unos 8 años cuando una mañana, durante el recreo en el patio, descubrí que era capaz de hacer el pino sin pared e incluso avanzar un par o tres pasos con las manos sobre el piso de hormigón. Quise compartir el hallazgo acrobático con una amiguita de clase, que lo despachó diciéndome: «Puedes matarte». Una servidora, que no iba precisamente para trapecista del Cirque du Soleil, se acobardó y jamás volvió a intentarlo. Nunca más. Un recuerdo absurdo que me ha venido a la cabeza al pensar en el efecto paralizante del miedo.

Vivimos atrapados en una ciénaga de temores. Miedo de envejecer, del qué dirán, de defraudar. Miedo al fracaso, a la traición, al cambio, al vecino diferente. Miedo al contagio, al colesterol, a la gripe fantasma que nunca fue. Miedo a un ataque terrorista. Miedo de perder el trabajo, de que la maldita crisis vaya a peor. Miedo al corralito. Miedo de que se queden improvisando y viéndolas venir. Miedo de los que pueden volver. Parece que todo el afán del sistema esté orientado a atrincherar al individuo en una burbuja aislante de amianto económico, afectivo e ideológico, cuando en otras sociedades o aquí mismo, en otras épocas no tan lejanas, lo habitual era caminar inseguro sobre el alambre, caer y volver a levantarse. «La vida es lucha, no danza», dicen que dijoMarco Aurelio, el emperador filósofo.

Confío en que estas líneas no suenen a autoayuda, ni aKrishnamurtipatillero, ni a optimismo patológico y zapateril. Todo lo contrario. Cuando las cosas se ponen de través, no queda otra que echarle valor y confiar en las propias capacidades para salir adelante. Tomemos el ejemplo deTomás Gómez, candidato socialista a la Comunidad de Madrid. ¿Tuvo en algún momento miedo de perder? Probablemente, no. Y por eso el exalcalde de Parla puso toda la carne en el asador. De perdidos, al río. A muchos nos satisfizo su rebeldía. Bien, ¿y ahora qué? El salvoconducto del no-miedo es estupendo e imprescindible cuando uno lo tiene todo en contra, pero sabe más o menos adónde va.