200 veces gracias y aún me quedo corto

JOSEP MARIA POU

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Más de 200 separan mi casa de mi lugar de trabajo y los recorro a diario, en ambos sentidos, con la mochila a cuestas de la responsabilidad, que me impongo al ir, y la de la satisfacción -o no-, que me alegra el camino al volver.

No llegan a 200 -ni a la mitad, ni a la cuarta parte- las obras de teatro que he llegado a representar, pero si a lo hecho sumo lo visto, multiplico la cifra por dos y por tres, y hasta, si me apuran, por cuatro y por cinco. Lo cual es teatro, mucho teatro.

Díficil, bastante difícil, llegar, hoy, a las 200 representaciones de un mismo espectáculo. En varias ocasiones, pero, he tenido la fortuna de alcanzarlas y superarlas con creces. Bendigo la suerte y la cifra alcanzada.

200 veces me digo a lo largo del día que hay que ser más duro, más cinico, más egoista, más témpano, más hierro, más diamante, más distante para manejarse en los caminos del día a día. 200 veces que lo digo, 200 veces que fracaso. No está en mi ADN. 200 y más, muchas más veces, tropiezo y caigo en la ingenuidad, en la confianza ciega, en el confiar en la palabra dada y el creer a pies juntillas, en la cercanía, en el mano a mano, en el ir de frente, en la bonachonería y hasta en el buenismo. Dos veces bueno es igual a tonto, le oí decir a un mi abuelo. 200 veces bueno debe ser, pues, un caso perdido. El mío.

Refrán popular

«Más mal te hará un enemigo que bien 200 amigos», reza un refrán popular. ¿Y yo que, pese a todo, me empeño en no creerlo? A mí, denme los 200 y entre todos sabremos desactivar al uno.

Más de 200 días nos separan de las elecciones autonómicas, anunciadas para septiembre. Menos de 200 para las elecciones del Barça, anunciadas para el final de temporada. Sobreviviremos, seguro. Y seremos 200 veces más fuertes.

200 muertos que hubiera, 200 veces me dolería el nudo en la garganta frente a la barbarie de estos días. 200 veces el llanto. 200 veces la rabia.

Este es el artículo número 200 de una serie que empezó en octubre del 2010. Cuatro años y pico de cita semanal, sábado a sábado. Si les digo que son 200 las gracias que les doy, me quedo corto. Multipliquen, cada uno de ustedes, esa cifra por el factor que elijan y tendrán el agradecimiento personalizado, el producto a medida, el abrazo por la fidelidad.

Y a por los 200 siguientes.