El último menchevique
Podemos debe decidir entre el caudillismo de Iglesias o el racionalismo de Errejón
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN TAPIA
Podemos nació en aquella España del 2014 en la que el paro había saltado del 8% al 27%. En la que Mariano Rajoy enviaba mensajitos a Luis Bárcenas encareciéndole fortaleza, en la que un rey cansado cazaba elefantes, y en la que los dos grandes partidos no tenían competencia que, como dijo un día Jesús Polanco, es la madre de la ciencia. En aquella España, Pablo Iglesias, un 'pico de oro', proclamó que el cielo no se conquista por consenso sino por asalto.
Ya no estamos allí. El paro ha caído al 19% y la tendencia -toquemos madera- es a bajar. Rajoy sigue en la Moncloa -gracias a Iglesias, que votó con el PP contra Pedro Sánchez-, pero Francisco Correa ha sido condenado a 13 años. Felipe VI sigue con hambre de ser Felipe VI… y el PP y PSOE tienen bastante competencia. Además, el asalto de Iglesias al PSOE, al que quería enterrar, ha fracasado, aunque por poco, dos veces seguidas.
En la España del 2017 Podemos debería repensarse. Ya no puede ser solo un confuso y asilvestrado movimiento de protesta. Como tituló Lenin uno de sus libros, '¿Qué hacer?'. Estamos en el centenario de la revolución de octubre de 1917 que engendró el comunismo soviético (muerto por incompetencia en 1989). Creo recordar que en 1903 el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso se escindió entre los maximalisas, o bolcheviques, de Lenin, y los marxistas pero moderados mencheviques de Plejanov y Martov que creían imposible el socialismo en un país atrasado como Rusia. No quiero banalizar a Lenin, autor de aquel famoso “la enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”, pero el racionalismo de los mencheviques me pareció mas atractivo.
La España de Felipe VI tiene poco que ver con la Rusia de Nicolás II, pero el discurso y los gestos de Iglesias se parecen a los de un bolchevique caudillista de tintes latinoamericanos mientras que las tesis de Iñigo Errejón -pese a su admiración por el argentino Ernesto Laclau- tienen un eco lejano del gradualismo de Martov. Quizás sea el último menchevique, aterrizado en el Madrid del siglo XXI.
Y el racionalismo de Errejón es más sugerente que el caudillismo de Iglesias. Dicen que Errejón es más próximo al PSOE. Quizás, pero también sería el que más amenazaría su renta de situación. Podría ser un aliado difícil para un futuro a explorar… o un ductil pero taimado competidor. Iglesias es la garantía de una izquierda pinturera y tremendista que asusta a la derecha pero que le asegura el dominio porque genera repulsa en el electorado de centro-izquierda.
En 1917 los bolcheviques vencieron a los mencheviques y luego liquidaron a los comunistas radicales. Ahí está el reciente film sobre Ramón Mercader, el 'psuquero' que asesinó a Trotski en México. Pero la España de hoy no es México y Errejón, encarnación del gradualismo, podría ganar a Iglesias, un bolchevique mesiánico.
Aunque no es lo más probable. En el aglomerado mundo de la protesta radical teñida de chavismo, y capitaneado por licenciados en Políticas, es muy posible que la agitación revolucionaria tenga un plus.
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