Pequeño observatorio

El inútil 'día de reflexión'

JOSEP MARIA Espinàs

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Una vez pasado el trance del referendo de la Diagonal, tal vez deberíamos meditar un poco sobre las elecciones autonómicas que se convocarán pasado el verano. No se crean que hablo de un futuro lejano. Llegará el verano –aunque algunos no lo crean, teniendo en cuenta cómo ha ido el tiempo este año–, pasará con la velocidad de siempre y, de repente, nos encontraremos con las elecciones a la presidencia de la Generalitat.

Si por la propuesta de modificar una calle se ha hecho una campaña publicitaria tan intensa, existe el peligro de que se batan todos los récords de publicidad de los partidos. Después de marearnos un día tras otro, a través de la prensa, la radio, la televisión y los carteles en la calle, nos pedirán, supongo, el famosodía de reflexión.

Esedía de reflexiónes una de las instituciones más curiosas de nuestra sociedad. Yo sospecho que si se instauró fue porque los partidos habían llegado a descubrir que eran unos pesados, que las respectivas insistencias –de unos y otros– dejaban a la ciudadanía francamente atontada. Que la batalla intensísima de carteles y banderolas y de propaganda televisiva y cuñas radiofónicas podía convertir nuestro cerebro en una pasta remojada. Debieron pensar: dejemos que, al menos durante un día, los ciudadanos bombardeados puedan reflexionar. Nos proponen una actividad muy difícil, la de reflexionar. Como quien no dice nada. Se trata, según el diccionario, de «considerar algo detenidamente, profundizándolo».

Sería bueno que, efectivamente, pudiéramos respirar con un poco de calma antes de tomar una decisión. Lo que ocurre es que yo no creo en esta posibilidad, y me gustaría saber cuántos ciudadanos depositan su voto a favor de un partido determinado –y no a favor de otro– gracias a las 24 horas que pueden dedicar a la reflexión.

Cuando se acerque el día de ir a las urnas empezarán a conocerse gráficos y encuestas sobre la intención de voto de los ciudadanos. La experiencia nos dice que esa intención es casi un voto seguro. Hay muchos motivos por los que alguien puede pensar que debe votar eso, y solo eso, si no se produce una hecatombe. O sea, que la supuesta reflexión hace ya tiempo que ha sido sustituida por la adhesión.

Por otro lado, la reflexión pide un poco de silencio, y después de la prolongada algarabía la gente tiene muchas ganas de que la dejen tranquila. Además, ¿a qué precio se paga la hora de reflexión?