EN CLAVE EUROPEA

Gasto social contra el miedo al inmigrante

Un refugiado kurdo camina con su hijo por el campamento temporal montado en Grande-Synthe, cerca de Dunkerque, en el norte de Francia, el pasado 11 de enero.

Un refugiado kurdo camina con su hijo por el campamento temporal montado en Grande-Synthe, cerca de Dunkerque, en el norte de Francia, el pasado 11 de enero. / periodico

ELISEO OLIVERAS

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La negativa europea a asumir el reto humanitario que supone la llegada de refugiados e inmigrantes y la insolidaridad entre los países europeos agrava el proceso de descomposición política de la Unión Europea (UE). Las tentativas de esconder la cabeza bajo el ala para ahorrarse el coste de soluciones sociales para gestionar este desafío generan tensiones internas y favorecen el éxito electoral de los euroescépticos y la extrema derecha. La UE sigue apostando por medidas de seguridad y deportaciones con impacto limitado, mientras que el abandono a su suerte de los simpapeles contribuye a la proliferación de problemas sociales y tensiones, como la violencia que reina alrededor de los accesos a Calais (Francia) y las bolsas de miseria que proliferan en distintos países.

El vicecanciller alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, destacó esta semana que para combatir con éxito el discurso de la extrema derecha debe garantizarse un nivel adecuado de ayudas y servicios sociales a los ciudadanos nacionales para que no vean a los inmigrantes como una amenaza, así como una protección adecuada a los refugiados para facilitar su integración. "La competencia por el empleo y la vivienda, la preocupación por la calidad de las escuelas, la preocupación por la criminalidad en barrios difíciles, afecta sobre todo a las personas con menos ingresos", recordó Gabriel. "Hay que tomar en serio la preocupación de la gente y hacerle sentir en el día a día que no se la olvida, con acciones, no con palabras", precisó Gabriel. Pero esta receta de mayor gasto social choca con la política de austeridad y recortes impuesta en la UE por la Comisión Europea y la cancillera alemana, Angela Merkel.

La inmigración será un punto clave en la cumbre de los líderes de los Veintisiete en Bratislava el 16 de septiembre y amenaza con desviar la atención sobre cómo refundar la UE sin Gran Bretaña. La inmigración también enfrenta a Londres con sus socios en la nueva relación de Gran Bretaña con la UE, ya que el Gobierno británico pretender mantener el libre acceso al mercado común europeo como hasta ahora, sin asumir la contrapartida de aceptar la libre entrada de los ciudadanos y trabajadores de otros países de la UE.

Pese a que el polémico pacto entre la UE y Turquía ha frenado la ola de refugiados a las islas griegas, aún siguen llegando centenares de inmigrantes cada semana y más 124.000 inmigrantes han llegado a Italia en lo que va de año atravesando el mar, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Un total de 3.196 personas han muerto ya este año intentando cruzar el Mediterráneo para huir de la guerra, la violencia y la miseria y 292.000 han logrado alcanzar Europa.

SITUACIÓN EXPLOSIVA EN GRECIA

El peso de absorber la ola migratoria ha recaído sobre Alemania, Suecia, Austria, Finlandia, Dinamarca, Italia y Grecia, mientras el resto de los países de la UE se ha limitado en el mejor de los casos a asumir un número testimonial de refugiados pese a los acuerdos de reparto del 2015. La situación de los centros de acogida en las islas griegas, donde se hacinan 12.500 personas en unas instalaciones con cabida para 7.500, es explosiva. Grecia, hundida por los sucesivos planes de ajuste impuestos por la UE, alberga 59.700 refugiados.

Austria, que acogió en el 2015 a 90.000 refugiados (más del 1% de su población), se prepara para suspender de facto el derecho de asilo. Como el techo fijado en 37.500 peticiones de asilo para este año podría alcanzarse en los próximos meses, el Gobierno ha presentado un decreto urgente para poder rechazar automáticamente en la frontera a los refugiados cuando se alcance la cifra límite. Hungría ya ha anunciado que no piensa aceptar ningún inmigrante devuelto. Dinamarca también prepara una ley para poder rechazar a los demandantes de asilo en la frontera en caso de crisis.

La actitud de Austria podría endurecerse si el candidato ultra Norbert Hofer, del Partido de la Libertad (FPÖ), gana las elecciones presidenciales el 2 de octubre. Los comicios coinciden con el referéndum convocado por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, contra las cuotas de reparto de refugiados con el que aspira a desafiar a sus socios occidentales. Finlandia es otro país que ha reformado la ley de asilo para rechazar a los refugiados de Afganistán, Irak y Somalia porque "son países seguros donde residir". Y Europa va dejando día a día de ser Europa para ir asumiendo los valores del modelo autoritario que promueven los gobiernos de Hungría Polonia.