Dos miradas

Gabriel y la calle

La pérdida en nuestras calles de la voz potente, coherente, feminista y comprometida de Gabriel a favor de los derechos y las libertades solo oscurece un poco más nuestra democracia.

Anna Gabriel durante la entrevista realizada por RTS, en Suiza.

Anna Gabriel durante la entrevista realizada por RTS, en Suiza. / periodico

Emma Riverola

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Hoy, estas líneas no pretenden ser una ponderada reflexión política. No tratarán de bucear en las razones jurídicas que han llevado al juez Llarena a encarcelar de forma preventiva a Cuixart, Sànchez, Junqueras y Forn. No trataré de buscar la lógica a que personas que nunca han utilizado ni llamado a la violencia lleven más de 100 días en la cárcel sin que se haya celebrado el juicio, en una determinación que huele a revancha y amenaza.

El 6 y el 7 de septiembre, el bloque independentista burló toda la legalidad, catalana y española, e inició un pulso que solo podía salir mal. Ignorancia o irresponsabilidad, tacticismo o temor a ser retratados como traidores, fueran las que fueran las razones que engrasaron la maquinaria procesista hasta el choque final, ya no importa demasiado. Tampoco que los que defendían una revolución que sacudiera los cimientos de una sociedad injusta estuvieran inmersos en las contradicciones: luchando contra unos y caminando junto a otros que defendían el mismo sistema opresor social. Al fin, el naufragio llegó.

Anna Gabriel ha decidido no declarar en el Supremo. Se queda en Suiza porque no cree que vaya a tener un juicio justo. Cuestiono el juego de la CUP en el procés, pero más allá de reflexiones, lógicas y razones, la pérdida en nuestras calles de la voz potente, coherente, feminista y comprometida de Gabriel a favor de los derechos y las libertades solo oscurece un poco más nuestra democracia.