Ventana de socorro

Fiestas de guardar

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Fue una semana de fábula. Mitad en Barcelona, mitad en Madrid, pude disfrutar de dos días festivos. Entonces me hice la cuenta. Son 17 comunidades autónomas. Es un país relativamente pequeño, abarcable. Podrías planificar un viaje dando esquinazo a los días laborables, enlazando fiestas de provincia en provincia. Podrías sentir esa paz, esa calma especial del día festivo que todo lo iguala: no hay ni metas, ni objetivos, ni éxito, ni fracaso. Las tiendas cerradas, la gente vestida deportivamente, todos pasean sus perros sin prisa, compran el pan sin eficacia ni eficiencia.

qué secreta satisfacción saber que tú puedes descansar mientras unos kilómetros más allá por el azar de una linde, otros están produciendo en sus oficinas. El lunes pasado en Barcelona entraba por mi ventana el alegre chapoteo de unos niños que jugaban en una piscina, mientras mis hijas en Madrid atendían a sus lecciones en el aula. El jueves siguiente experimenté el fenómeno simétrico: en Madrid algunos afortunados se salpicaban mientras en otros puntos del mapa otros críos cargaban libros y cuadernos.

Verdad es que siempre me gustaron los dos soniquetes, el de patio de colegio y el de los juegos en las piscinas, porque los dos son el sonido de la libertad sin tutela. Lo que me pregunto es por qué ahora sueño más con recreos que con días laborables. Quizá sea por lo que me contaban en el puente dos amigas: están estresadas en empleos que antes disfrutaban.

De un tiempo para acá sus jefes únicamente piensan en la cuenta de resultados, no en el producto, ni en el servicio, ni en los clientes. Presionan para cumplir objetivos que antes eran anuales, luego semestrales y ahora semanales. Poco pueden hacer los empleados, cualquier protesta es tener un pie en la calle. Viven en la contradicción de tener que satisfacer consignas cortoplacistas que no comparten y que privan de significado su tarea cotidiana.

Es natural que algunos lunes te den ganas de hacer el petate y lanzarte a perseguir festivos.