IDEAS
Blanco y negro
Josep Maria Pou
Actor y director teatral
JOSEP MARIA POU
EL mundo de los actores anda enredado estos días a causa de dos colores: blanco y negro. El anuncio de que Joseph Fiennes (blanco) va a encarnar a Michael Jackson (negro) en una película, ha abierto la espita del gas y ha intoxicado opiniones y pareceres.
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Me olvido, por un momento, de mi condición de actor y me siento en la butaca de un teatro (o de un cine, para el caso) como mero espectador. Si aparece el señor Fiennes diciéndome que es Michael Jackson, seré yo quien decida creérmelo o no, aplaudirlo o no, levantarme y marcharme o no; allá cada cual con su capacidad de fantasear, y allá cada cual con el ancho -mayor o menor- de sus tragaderas. Pero el señor Fiennes tiene todo el derecho del mundo a interpretar, en la ficción, a un hombre de raza negra. El mismo derecho que tuvo en su momento Adrian Lester, jamaicano y negro de piel, cuando interpretó a Hamlet, blanco y danés de origen, en un escenario de Londres.
O ya, rizando el rizo, el que tuvo el mismo Lester cuando, unos años antes, interpretó (él, negro y varón) a la Rosalinda (ella, fémina y blanca) de 'Como gustéis'. El mismo, por cierto, que tiene Núria Espert cuando afirma, en el escenario del Lliure, que es rey, varón y padre de tres hijas desnaturalizadas. El mismo que tuvo Ismael Merlo para convertirse en Bernarda Alba, años ha, o el mismo que tiene David Suchet (Hércules Poirot, de famoso y elaborado bigote) para entrar en escena, cada noche, como la femenina Lady Bracknell de Oscar Wilde. El mismo que tuvo Carmen Machi para hacer de tortuga milenaria. Y el mismo que tiene el tenor Aleksandrs Antonenko para cantar 'Otelo' en el Metropolitan Opera, a cara lavada, sin asomo de tintura negra. En la escenario de la ficción, en la libertad de la creación, todos los derechos del mundo.
Recuerdo el aburdo de la situación de la que fui testigo un verano en Nueva York. En las puertas del Broadway Theatre se congregaba a diario una gran cantidad de actores asiáticos protestando por el hecho de que Jonathan Pryce -reputado actor inglés- interpretara a un vietnamita en 'Miss Saigón'. Al mismo tiempo, en otro teatro, a pocos metros de distancia, Denzel Washington (negro) se metía en al piel de Ricardo III (blanco) sin que a nadie le pareciera extraño.
Otra cosa es el reparto de los puestos de trabajo. Otra cosa es la presencia de las minorías étnicas. Otra cosa, la polémica de los Oscar. Otras y muy distintas cosas.
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